Eslovaquia, el país inesperado…
Hacía tiempo una pareja de
Eslovaquia que conocimos cuando fuimos al desierto de Merzouga, en Marruecos,
nos había invitado a su ciudad, Kosica. Tuvimos que pensarlo bastante porque no
podíamos estar mucho más en Europa porque no nos iba a alcanzar el tiempo para
hacer todo los demás países antes de llegar a Australia, el fin de nuestro
viaje. Como estaba haciendo demasiado frío y nuestros amigos se mostraron muy
interesados en recibirnos decidimos no ir a Suiza y visitar Eslovaquia y
Hungría.
Kosica
Llegamos a Kosica para la hora de
la cena y Pavol y Miriam nos esperaban en su auto para llevarnos a cenar a un
acogedor restaurante del centro de la ciudad. Durante la cena hablamos bastante
y nos pusimos un poco al día.
Al llegar al departamento nos encontramos
con el hijo de Miriam, Jacob, un adolecente de 19 años y con su hermosa y
simpática gata, Smoke. Tanto al Tata como a mí nos encantan los gatos así que
todos los días que estuvimos en casa de nuestros amigos no paramos de
acariciarla y hablarle.
Al día siguiente salimos los
cuatro en auto hacia unas montañas donde también se pueden hacer deportes sobre
nieve durante el invierno. Apenas bajamos del auto nos dimos cuenta que la
neblina del lugar nos tapaba casi totalmente la vista de las montañas. El plan
era subir a las montañas y apreciar la vista desde allí pero con esa neblina
decidimos no hacerlo. Por unos minutos se despejó apenas y pudimos ver un poco
de aquellas impresionantes montañas. Bajamos un poco y paramos para tomar una
sopa en un lugar impresionantemente bello donde todas las casas tienen techos a
dos aguas y construcción con madera. La sopa que tomamos estaba un poco picante
para hacernos entrar en calor y además Pavol pidió un shot de una tradicional
bebida con un 52% de alcohol. Por supuesto que entramos rápidamente en calor y
salimos con el auto para visitar una famosa iglesia que se encuentra en un
pueblo muy cercano. La iglesia era de estilo gótico como la mayoría de las
iglesias de Europa del Este y por cierto muy bonita, pero cuando entramos nos
dimos cuenta que la parte más interesante y atractiva de la capilla era el
altar que estaba tapado porque se estaban realizando trabajos de mantenimiento.
Sobre este se colocaró una foto gigantesca del mismo como para que la gente
supiera de que se trataba de este hermoso altar. Pavol se enojó bastante al
darse cuenta que no podríamos ver el altar en vivo y directo y le reclamó a una
de las personas encargadas del lugar diciéndole que deberían avisar esto antes
de que las personas compren la entrada.
Enseguida el tema de no poder ver
las montañas por la neblina ni el altar por estar en reconstrucción se
transformó en chiste ya que Pavol argumentaba que en realidad que todo por
culpa de nuestra mala suerte y casi maldición que llevábamos encima.
Después de la iglesia fuimos a
visitar un castillo de piedra que se levantaba imponente en uno de los cerros
de la zona. Allí si pudimos entrar y apreciar el lugar como cualquier otra
persona normal. Ya casi era de noche, aunque no muy tarde porque aquí sí que
oscurece temprano, y fuimos a almorzar. Comimos una típica comida eslovaca en
un típico restaurante. Se trataba de una mezcla de pastas con papa y queso
bastante apetitosa.
Esa noche volvimos algo cansados
por todo el día de paseo y nos acostamos a dormir temprano. Miriam y Pavol fueron
más que amables al dejarnos su dormitorio para que descansáramos y ellos se
acomodaron en el sillón del living.
Al día siguiente recorrimos la
pequeña pero preciosa ciudad de Kosica donde no dejaban de sonar villancicos
navideños por las calles aledañas a la iglesia principal y al mercado navideño.
Ese día almorzamos en el restaurante de una amiga de Miriam. Cuando entramos al
lugar preguntamos por la amiga de Miriam que se llamaba Henika y nos llevaron
con una chica que estaba vestida con un traje típico al igual que el resto de
las mozas y le comentamos que éramos los amigos argentinos de Miriam. Ella nos
miró con cara rara y nos dijo que no conocía ninguna Miriam y que no sabía
quienes éramos nosotros. Nos pareció un poco raro pero igual comimos en el
lugar. Cuando vimos la carta pedimos algo que parecía rico porque en realidad
no entendíamos una palabra del eslovaco. Trajeron la comida y resultó ser
exactamente la misma comida que ya habíamos probado la noche anterior.
Mientras esperábamos encontrarnos
con Pavol y Miriam por la tarde nos sentamos en un café de un shopping del
centro de la ciudad. Cuando al fin estuvimos los cuatro reunido les contamos
sobre lo que nos había pasado en el restaurante de la supuesta amiga de Miriam,
y ella no dijo que ya sabía lo que había pasado porque había hablado con su
amiga por teléfono. Resulta que esta chica que nos atendió era una moza y no la
amiga de Miriam pero se llamaba igual que la dueña del lugar, es decir la
verdadera amiga de nuestra anfitriona. El problema fue que a esta inteligente
mesera no se le ocurrió que tal vez la Henika que buscábamos no era ella si no
su jefa.
Mientras paseábamos por el
mercado navideño probando diferentes comidas y bebidas vimos y escuchamos como
mucha gente saludaba a Pavol por la calle y es que él es el intendente de una
ciudad muy cercana a Kosica y parece ser muy conocido en la zona. Lo que más me
gustó de Pavol o tal vez de la gente que eligió para que desempeñara su papel
como intendente fue el aspecto relajado y de ciudadano común con la que Palov
va a trabajar todos los días. Con jeans y remeras graciosas se desenvuelve en
su tarea diaria como un ciudadano más. Miriam también tiene una gran
responsabilidad en su trabajo en una importante imprenta, de hecho durante
nuestro viaje a las montañas su celular no dejó de sonar y sonar.
Esa fue nuestra última noche en
Kosica y al día siguiente partimos temprano de la casa acompañados por Pavol hasta
la terminal de trenes. Es increíble la cantidad de personas excelentes que
hemos conocido durante este loco viaje y sin dudas Miriam y Pavol son unos de
ellos. Nuestros nuevos amigos están empezando a pensar en hacer un viaje
similar al nuestro y esperamos de corazón que puedan realizarlo y visitarnos.
Hungría, al fin volvemos un
poquito a la normalidad…
Buscando y buscando al fin
encontramos un pequeño departamento en Budapest para quedarnos durante 4 días.
Tendríamos nuestra cocina, baño, comedor y dormitorio. Era como volver a tener
una casa. Un poco de normalidad a nuestras agitadas vidas.
Budapest
Llegamos a la mañana luego de un
viaje en tren. La dueña del departamento nos estaba esperando para entregarnos
las llaves y terminar de limpiar al lugar antes de dejarnos solos. Teníamos
tantas ganas de sentirnos como en casa que ese día nos quedamos en el
departamento cocinando, tomando vino y viendo pelis. No tuvimos que cuidarnos
de que nadie nos viera salir del baño semi desnudos, no tuvimos que analizar si
el horario en que queríamos cenar era también el mismo en el que querían cenar
los demás integrantes de la casa, no tuvimos que reparar en si estábamos
demasiado tiempo en la cama o si el horario de desayuno se nos pasaba. Ni
siquiera el radiante e insólito sol en esta época del año nos tentó a salir.
Al siguiente día salimos a
recorrer la ciudad y quedamos muy sorprendidos al descubrir sus increíbles construcciones.
El amplio río Danubio que cruza la ciudad es atravesado por varios imponentes,
bellos y enormes puentes. Después de quedar boquiabiertos por el esplendor del
más grande parlamento europeo y su exquisito estilo gótico, cruzamos por uno de
los más famosos puentes, el de Las Cadenas, que fue reconstruido en 1949
después de que los alemanes volaran todos los puentes de la ciudad en la
segunda guerra mundial.
Del otro lado del puente y ya
cayendo la noche sobre la ciudad encontramos el Palacio de Budapest y una
radiante iglesia de techos coloridos, la Iglesia de Matías. Allí nos quedamos caminando
y sacando innumerables fotos sin querer irnos de aquel mágico sitio.
Por la mañana del día siguiente
nos dirigimos hacia la Ópera Nacional de Hungría donde asistiríamos a ver la
Traviata. Era la primera vez que estábamos en una ópera y queríamos saber de
que se trataba. Estábamos un poco preocupados por que ropa usar en ese elegante
lugar pero el día anterior la mujer que nos vendió las entradas nos dijo que
podíamos ir vestidos con nuestra ropa de viaje. Así que llagamos con nuestras
coloridas camperas de pluma, zapatillas y pantalones cómodos de viajero. Apenas
entramos al recinto nos peleamos con la mujer que recibía los abrigos porque no
teníamos cambio para dejar nuestros abrigos y era obligatorio hacerlo. De muy
mala manera nos dijo que teníamos que ir hasta el bar a buscar cambio. Un chico
que estaba a nuestro lado se apiadó de nosotros y nos dio una moneda que nos
faltaba para completar la cifra solicitada. Esta mujer nos seguía mirando con
mala cara asi que le dije que la situación era estúpida y ella creyó que le
estaba diciendo a ella estúpida pero le aclaré que la situación era la
“estúpida”, aunque ella también lo era. Un poco enojados entramos a ver las dos
horas y media de ópera en un teatro fantástico de techos pintados con obras de
arte, sus columnas y sus detalles dorados. La ópera no nos agradó demasiado
pero fue una experiencia diferente.
La neblina del último día en
Budapest no nos dejó hacer demasiado ya que no podíamos ver nada y mucho menos
sacar fotos. Caminamos unas 2 horas por las calles y nos regresamos a nuestra
adoptada casita para esperar que se haga la hora de salir hacia la terminal de
buses donde tomaríamos un colectivo con destino a Venecia, Italia.
Yo estaba ansiosa por llegar a
Italia y no sé muy bien por que, supongo que porque como más del 50% de la
población Argentina tengo ascendencia italiana y nuestras costumbres son
bastantes parecidas a la de ellos. Así que esta vez salí con un poco más de
ganas a subirme otra vez a la incontable cantidad de buses que nos hemos tomado
en este viaje.
www.facebook.com/tonatatatour
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Se me ocurre pensar que pisar un poquito el freno a esta altura de semejante viaje les debe venir muy bien.
ResponderEliminarOtra cosa que me gustó del relato es que fueron por primera vez a una ópera,justamente a ver la traviata,eso les enseña que no se trata solamente de una galletita con agujeros,jeje.
Pregunto,¿Es cierto que el Danubio es azul?
Bueno, hoy 1 de enero de 2013 a las 11hs estoy muy chispita,no se me ocurren más que pavadas.
Sigan para adelante que como siempre los acompañamos desde la distancia.
Buen viaje y Forza Italia.
muchos besos para los dos.
Bueno yo no lo vi azul al Danubio pero quizás en otra época del año sea azul...
ResponderEliminarFinalmente supimos que Traviata no era una galleta!!! jajajaj!!! Eso es lo bueno de viajar, aprender!
Un beso!!!