martes, 20 de noviembre de 2012

Inglaterra y Bélgica

Inglaterra, entre reyes, palacios y reinas…

Londres

Después de pasar por unas cuantas preguntas que nos realizó un incisivo agente de migraciones en la frontera de Inglaterra, el bus se montó en un vagón del tren que pasaría por el túnel submarino que nos llevaría a Londres. Yo estaba con un poco de miedo por esta nueva experiencia pero los exquisitos mates que nos estaba cebando una argentina que conocimos en el colectivo me hicieron tranquilizar.

Luego de unas cuantas horas en el micro bajamos en la estación de Londres. Eran como las 17 hs pero en la ciudad ya estaba de noche. Cuando arribamos al hostel que teníamos reservado nos atendieron muy amablemente y nos dieron la llave de la habitación. Íbamos subiendo por una escalera cuando nos encontramos con Juan, un argentino que se hospedaba en el mismo lugar, que no tardó en reconocer de donde éramos y nos pusimos a conversar unos minutos.

La habitación era una especie de U con camas cuchetas que bordeaban  las paredes de un lado y del otro. El total de camas en la habitación eran 20 pero nunca pensamos que estarían todas ocupadas!!!  Durante nuestra estadía en el lugar fue un poco incómodo bañarnos y cambiarnos dentro de una habitación tan repleta de gente, pero lo logramos.
Compartimos muchas cenas y paseos con Juan durante nuestra estadía en el hostel. Él tiene 26 años y hace casi un año que empezó a viajar. Estuvo trabajando en Nueva Zelanda y Australia con más amigos argentinos para poder juntar plata y seguir el viaje. Su experiencia como viajero nos emocionó e interesó muchísimo así que pasamos bastantes horas hablando del tema. Además, Juan es una persona muy cálida y divertida y es muy fácil encariñarse con él.

Como ya habíamos estado unas cuantas horas en Londres hace 2 meses atrás no le prestamos demasiada atención a lo que ya habíamos visto, El Big Ben, El Ojo de Londres, El Palacio de Westminster y algunos edificios que bordean el Thamesis. Esta vez caminamos más por las calles de la ciudad y nos metimos en la vida diaria del lugar. El mercado de Portobello, Picadilly Circus y Notting Hill. Hicimos casi 20 Km recorriendo esos lugares y nos enamoramos de Londres. Las casas de  dos pisos con sus pequeñas entradas y puertas de colores y sus fachadas de ladrillo, las chimeneas y los pequeños bares. Las caminatas por el Hyde Park y el Green Park  estuvieron llenas de colores. Las hojas de los diferentes árboles iban cambiando sus tonalidades de acuerdo al tipo de planta que eran. Algunos estaban pintados de rojo, otros de amarillos y algunos de marrón por la llegada del otoño y debo decir que contrastaban muy bien con el verde intenso del césped. Las lagunas estaban llenas de diferentes tipos de patos y cisnes. Todo esto hacía una postal excelente para la temporada en la que estábamos.







Al tercer día nos encontramos con un amigo del Tata que vive en Londres, Wayne. Él es Neozelandés y  estuvo en Argentina hace 10 años con otro amigo del mismo país y compartieron muy buenos momentos, asados y charlas con todo el grupo de amigos del Tata. Ese día planeamos ir todos juntos a un tour gratuito por algunos lugares de la ciudad de Londres. Nos encontramos con Wayne en el lugar donde comenzaba el tour y después de un fuerte abrazo con él, la simpática guía comenzó con su trabajo. Mientras el Tata y Wayne se ponían al día entre parada y parada yo trataba de conocer un poco a este amigo tan peculiar del Tata y a la vez entender que estaba diciendo nuestra guía de habla inglesa. Juan, que también iba con nosotros, tenía un poco de frío porque la llovizna había comenzado así que le presté mi impermeable porque yo tenía mi humilde paragüa que se doblaba con cada brisa.
No me sorprendió mucho el palacio de Buckingham porque si lo comparo con otros palacios, como La Alhambra en Granada o el Palacio Montserrate en Sintra no es gran cosa. Esto se debe a que, como nos explicó la guía, este palacio no pertenecía al rey si no a un adinerado señor que realizaba en el lugar diferentes fiestas. El rey se vio atraído por esta mansión y decidió que esta persona se la vendería. Es por eso que este palacio no luce como tal. También caminamos cerca del Big Ben, la bella Abadía de Westminster donde se casan los príncipes, y el espléndido Palacio de Westminster donde la guía nos contó sobre algunas historias de traición al rey y horrorosas muertes que estos mismos traidores sufrían. Y como no podía ser de otra manera el que interpretó y teatralizó la traición por pedido de la guía fue el Tata.





Por la tarde de ese mismo día nos despedimos de Juan que seguía su viaje hacia España para visitar unos amigos madrileños y nosotros nos dirigimos a la casa de Wayne.  Llegamos al acogedor departamento, que siguiendo con la arquitectura de Londres, es angosto pero de varios pisos. Allí viven Tamy, la novia de Wayne, Jazmin y Rachel, dos amigas de Wayne. Todos en ese departamento son de Nueva Zelanda. Después de cenar esa noche los 6 tuvimos una amena charla y todas las chicas nos resultaron muy simpáticas y abiertas.

Por la mañana fuimos con Wayne a dar un paseo por la ciudad y subimos al London Eye (Ojo de Londres) donde aprovechamos para ver el lugar desde arriba con todos sus majestuosas construcciones. Esa noche sería el festejo del cumpleaños de Wayne y Tamy trató de explicarle al Tata por teléfono que estaban organizando una fiesta sorpresa para que nosotros estuviéramos al tanto pero al Tata le costó mucho entender su acento y más por teléfono. Un poco más tarde mi querido esposo le pidió prestado el celular a Wayne diciendo que teníamos que llamar a una amiga de Londres, pero en realidad le volvió a llamar a Tamy para entender todo lo que le había dicho anteriormente. Ese día fue hermoso y pudimos recorrer bastante en Londres. Lo que más me gustó del recorrido fue La Torre de Londres y el Puente de la Torre que cruza el Thamesis.




Cerca de las 18 hs nos encontramos con Tamy quien nos esperaba con su espléndida sonrisa en una de las calles de la ciudad para ir a tomar unas cervezas antes de llegar al restaurante donde festejaríamos el cumpleaños de Wayne.

Al entrar al restaurante cubano bajamos unas pequeñas escaleras y ahí estaban todos los amigos de Wayne aplaudiendo por su llegada. La comida estuvo exquisita y la pasamos muy bien rodeados de gente tan cálida.

Esa era nuestra última noche en Londres y nos despedimos de las tres hermosas rubias, Tamy, Rachel y Jazmin que al otro día se levantaban muy temprano a trabajar. De Wayne nos despedimos a la mañana siguiente antes de que saliera a hacer unos trámites por la ciudad. Nosotros nos quedamos unas horas más en el departamento antes de que se hiciera la hora de salida de nuestro colectivo a Bélgica y también aprovechamos para ir a comprarle el regalo de cumpleaños a nuestro amigo. Nos pareció que unas pantuflas de lana eran el regalo perfecto y se las dejamos junto con una tarjeta.

La hora llegaba y nos decidimos a salir rumbo a la terminal de Londres.

Bélgica, cervezas, papas fritas y chocolate…
Lovaina

Después de varios meses sin vernos estamos por rencontrarnos con Maya, una belga que conocimos en México. Apenas bajamos del bus que nos dejó en Bruselas fuimos a tomar el tren que nos dejaría en Lovaina donde viven Maya y sus padres. Tuvimos un poco de mala suerte porque el día que llegamos en toda Europa había paro por la crisis que se está viviendo y el tren no funcionaba. Lo bueno fue que encontramos a un belga extremadamente amable que nos indicó que debíamos esperar el autobús y que él se tomaría el mismo. Mientras esperábamos nos ofreció una cerveza en la lata así que en nuestros primeros 15 minutos en el país ya probamos la famosísima cerveza de Bélgica. Marteen, nuestro salvador de la estación nos acompañó durante todo el viaje en el colectivo y hasta se encargó de llamar a Maya cuando bajamos.

Cuando nos encontramos con Maya la abrazamos fuerte y enseguida entramos al auto que manejaba su papá, Dirk o Diego para los latinos, para llegar hasta la casa. Entramos muy en silencio porque Monica, la mamá de Maya, estaba durmiendo. Cruzamos unas cuantas palabras con Maya y Dirk antes de subir a nuestro dormitorio y quedarnos profundamente dormidos.

Al día siguiente nos levantamos un poco tarde y como Maya aún está en la universidad y su trabajo es unos cuantos días a la semana, pudimos salir con ella a recorrer los alrededores. Fuimos hasta un monasterio que data del 1700 aproximadamente y visitamos un cementerio que realmente es muy pintoresco. Quedé un poco impresionada por unas tumbas de niños que habían fallecido en un accidente bastante reciente, pero es algo que me pasa muy seguido con este tipo de relatos. Anduvimos por los caminos que bordean unos pequeños lagos rodeados de amarillentos árboles y paramos en la huerta orgánica donde la familia de Maya compra sus vegetales para comer. Hablamos unos minutos con el dueño de esta pequeña huerta y volvimos a la casa para almorzar.



Cuando llegamos la conocimos a Monica que ya estaba sentada a la mesa con un montón de verduras, ensaladas, quesos y sopa para que almorzáramos.

Esa tarde recorrimos la parte céntrica de Lovaina mientras Maya asistía a clases. Esta ciudad nos fascinó por sus hermosas calles adoquinadas, su increíble City Hall (ayuntamiento o municipalidad) de increíble estilo gótico y extremadamente detallista y por las exquisiteces que aparecieron ante nuestros ojos cuando recorríamos los impecables negocios de la zona.
Esta es una ciudad estudiantil y todo el mundo anda en bicicleta. En los horarios de entrada y salida de la universidad se forma una bandada de bicis que van de acá para allá dificultando el tráfico.

Paramos en una pastelería orgánica y para recuperarnos del frío de la calle tomamos un café y un chocolate caliente con dos abundantes porciones de un increíble lemon pie.






Bruselas

Nos despertamos temprano para llegar a la capital de Bélgica. Bajamos del tren junto con Maya que nos haría de guía en Bruselas antes de tener que volverse a Lovaina a clases de la universidad. Empezamos entrando en una chocolatería donde nos convidaron unos bombones excelentes para luego recorrer una tradicional galería de comercios. La arquitectura del lugar es espléndida y casi todos los edificios históricos son de estilo gótico. Quedamos obnubilados con la belleza de la Plaza Mayor donde preciosos edificios rodean el lugar. Después seguimos caminando hasta llegar a la famosa estatua de un niño haciendo pis (maneeken pis). Es algo pequeña pero bastante simpática. Como a las 12 del mediodía almorzamos con unas típicas papas fritas belgas y seguimos el recorrido. Cerca del palacio real Maya se despidió de nosotros para volver a Lovenia y con el Tata seguimos con la caminata. Pasamos por varios parques arbolados e iglesias despampanantes. Fuimos entrando a un barrio donde viven bastantes inmigrantes en busca de un comercio que vende tapas para empanadas argentinas ya que habíamos quedado con nuestros anfitriones de cocinar esta típica comida argentina. En total seríamos 9 porque también iría una amiga de la familia con sus 2 hijos adolescentes y una amiga de Maya. Tuvimos suerte y conseguimos las tapas y regresamos para Lovaina donde nos esperaba Maya para ir a la carnicería y verdulería.







Fue un poco difícil encontrar el tipo de carne justa pero compramos algo bastante parecido.  Cuando regresamos a la casa me dispuse a cocinar las ricas empaniditas criollas y Monica se mostró muy interesada en aprender. Las dos cocinamos juntas las mas de 5 docenas de empanadas. En medio de la preparación llegaron los invitados y mientras horneábamos íbamos comiendo. Casi todos hablaban en español. La amiga de la familia y sus dos hijos porque habían vivido en Chile por 6 años y la amiga de Maya porque había ido de intercambio estudiantil a Perú. Entre charla y vino las empanadas se fueron terminando y sólo sobraron 4, es decir, todo un éxito.




Brujas

Una mañana tomamos el tren a brujas bien tempranito para recorrer la ciudad durante el día y regresar a Lovaina por la tarde.

Cuando llegamos a la estación de Brujas el tiempo era horrible y lloviznaba bastante asi que decidimos ponernos nuestros impermeables para no mojar nuestras camperas de pluma. Como no teníamos un mapa de la ciudad empezamos a caminar hasta la zona más céntrica y antigua y fuimos descubriendo una ciudad ordenada, señorial y melancólica. Los edificios medievales reinan en Brujas como las estructuras de ladrillo. Las calles son de piedra y las iglesias y recintos importantes de estilo gótico. Lo romántico y delicado se distingue en los pintoresco y pequeños puentecitos que cruzan el canal que atraviesa la ciudad. Los árboles aquí también son de variados colores otoñales y la hermosura y fastuosidad de algunas estructuras asombran. Las barcas con turistas que pasan por el canal van bordeando diferentes edificios y casas que terminan justo dentro de las aguas obscuras de este mágico canal.









Un día magnífico lleno de sorpresas, hermosura y exquisiteces en chocolate para deleitarse no podría haber culminado mejor que con un conejo a la mostaza con el que nos esperaban nuestra familia anfitriona.

Esa noche salimos con Maya y una amiga de ella a tomar unas cervezas en la ciudad. Los bares tienen una variedad enorme de cervezas ya que en Lovaina se producen mas de 350 tipos de ellas. Sin dudas las cervezas más ricas que he degustado en toda mi vida. Mientras recorríamos los bares imaginaba como era mi vida cuando yo tenía 20 años, como Maya y su amiga, y no pude evitar notar una enorme diferencia en cuanto a la calidad de vida que tienen los jóvenes en este país. Muchos pueden pagar buenas bebidas y  comidas y si trabajan pueden disfrutar de hacer viajes y aprender de ellos. En Argentina es muy difícil tener acceso a ese tipo de cosas cuando uno es muy joven. He visto el actuar de adoslecentes y jóvenes y creo que dentro de esta cultura son personas mucho más abiertas y adultas que muchos jóvenes de países de Latino América.

Faltaba casi una hora para las 12 y eso quería decir que faltaba una hora para mi cumpleaños número 31. Fuimos a un bar a jugar al pool mientras esperábamos la hora y cuando al fin llego un extraño feliz cumpleaños sonó en los parlantes del lugar mientras el Tata y Maya me abrazaban. Luego vinieron los regalos, un reloj de parte del Tata y unos guantes hermosísimos de parte de Maya y su familia.

Al día siguiente nos levantamos un poco tarde y Maya había salido a trabajar mientras que sus padres estaban festejando el día de Santa Cecilia, la patrona de la música, ya que el padre tocaba el saxo en el festejo. Es decir que no solo era mi cumpleaños si no el día de mi nombre también! Cuando bajé las escaleras para ir hasta el comedor vi lo que esta espectacular y cariñosa familia había preparado para mi: una gran torta con mi nombre y muchas velas alrededor junto con una tarjeta encima de mi plato.




Si bien estaba muy feliz por como estaba pasando mi cumpleaños también estaba algo angustiada por estar tan lejos de mi familia y mis amigos. Cumplir años es siempre algo complicado para mi, pero no porque me esté haciendo más vieja si no porque siempre me puso muy nerviosa imaginarme quien vendría a visitarme o quien se acordaría de este día y creo que siempre prefería que pasara rápido. Este año fue un cumpleaños extraño y lleno de sentimientos encontrados pero increíble si pienso que estoy cumpliendo nuestro sueño de seguir creciendo y descubriéndonos a medida que descubrimos a otras personas y lugares.

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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Francia, el país del romanticismo...

Toulouse

Llegamos en bus a Toulouse y le llamamos inmediatamente a nuestra amiga Marié, una francesa que conocimos en el norte de Argentina cuando recién comenzábamos el viaje. Apenas hablamos el día que nos encontramos en Iruya me atrajo su energía positiva. Además de ser una atractiva rubia de ojos claros, Marié tiene un espíritu muy rico.

Esa noche tomamos un tecito caliente en su casa y después de ponernos un poco al día nos acostamos a dormir.

Por la mañana desayunamos con una rica baguette que Marié acababa de comprar en la panadería del barrio. Cuando terminamos partimos con el Tata al centro de Toulouse a conocer la ciudad y quedamos para encontrarnos más tarde con nuestra anfitriona.

Toulouse nos pareció una ciudad tranquila y a la vez llena de vida. Las casa de piedra y tejas con sus enredaderas con hojas color rojo y verde nos acompañaron durante todo el paseo. Habíamos llegado a Francia e inevitablemente todo lo que veíamos tenía un toquesito romántico. Ya era el mediodía y nos encontrábamos en la Plaza del Coliseo donde un señor tocaba una enorme caja musical y donde todos los imponentes edificios que rodeaban el lugar formaban un cuadrado donde se erguía la plaza. Nuestros estómagos reclamaban comida asi que fuimos hacia un quiosco a comprar un pedazo de baguete con queso y pollo y algo para tomar. Mientras disfrutábamos del sol otoñal y de nuestro exquisito aperitivo la vimos pasar a Marié y levantamos las manos para que nos viera. Cruzamos un par de palabras y quedamos en vernos en una hora ya que ella iba a visitar a una amiga que vivía cerca.






El llamado de Marié apareció en nuestro celular y fuimos a su encuentro en una crepería de la zona. Ella llegó con su amiga española, Cristina.

Entre risas y anécdotas los cuatro pasamos un hermosísimo momento  mientras almorzamos y después dimos un paseo por la ciudad.

Carcassonne

Nuestro tercer día en Francia lo pasamos en Carcassonne que dentro de su ciudad conserva un castillo amurallado que es la principal atracción del lugar.

Este bello castillo de piedra con sus techos de tejas azules oscuras en forma de cono sobre las diferentes torres impacta realmente a la vista. Caminamos primero por entre medio de las murallas para luego entrar al recinto donde la vida cotidiana de esta vieja ciudadela pasaba desde alrededor del 1200.



Él sol iba pintando de naranja profundo los tejados de las casas aledañadas y las montañas que de lejos se divisaban y el frío comenzaba a aparecer. Fuimos abandonando el castillo para ir directo hacia la estación de trenes que nos devolvería a Toulouse para pasar nuestra última noche con Marié.



Compramos unas pizzas y cenamos en la casa de nuestra amiga y después de hablar y reírnos muchísimo nos fuimos a dormir de prisa ya que al otro día debíamos levantarnos a las siete de la mañana para ir a Avignon.

Chateaurenard

Nos subimos al auto de Jean Marc un francés que nos llevaría hasta Avignon. Nos pusimos en contacto con el a través de una página de internet donde gente que va a viajar a determinado lugares publica su viaje ofreciendo compartir su auto y a cambio los acompañantes pagan una suma de dinero que es muy inferior a cualquier otro medio de transporte. Nuestro piloto no hablaba ni una palabra en castellano y muy poquito de inglés pero el Tata se las ingenió para hablar todo el viaje con el que resultó ser una persona muy simpática, cordial y graciosa.

Después de casi 3 horas de viaje llegamos a Avignon y Jean Marc se despidió afectuosamente de nosotros, sin antes sacarnos una foto con nuestras mochilas. Entramos a la terminal de trenes y llamamos a Jaqueline, la mamá de Aurelia que junto con su novio Nico se alojaron en casa hace unos cuantos meses atrás, para encontrarnos y viajar hasta Chateaurenard.

Unos minutos más tarde nos reunimos con Jaqueline que nos llevaría hasta su casa en Chateaurenard a unos 10Km de Avignon.

Cuando bajamos del auto en la casa de los padres de Aurelia me quedé sorprendida por tan hermoso lugar. Ya estábamos en otoño en Europa y los añejos árboles de la casa comenzaban a teñirse de amarillo. La casa parecía salida de un cuento de hadas y el estar en una zona rural, lejos de la civilización lo hacían aún más delicioso. Atravesamos la puerta principal y en la cocina saludamos a Elie, el papá de Aurelia. Esa cocina era casi mágica y no se podía negar que era digna de una casa de campo. Las hojas de laureles y demás condimentos se secaban en una esquina del lugar mientras que Elie nos mostraba lo grande que le habían crecido los zapallos esa temporada.



Esos días comimos exquisitamente todos los platos con los que Jaqueline nos deleitó. Los franceses tienen la costumbre de tomar un aperitivo antes de cada comida y eso consiste en una copita de alguna bebida alcoholica con algo para picar. El buen vino, el pan y los quesos son infaltables en la mesa de cualquier francés digno de serlo. El queso es tan importante para ellos que hasta te lo sirven como postre en cada comida.

Durante los almuerzos y cenas hablamos mucho con esta simpática pareja. Por suerte Jaquie hablaba bastante el español asi que nos traducíamos un poco y mezclábamos los idiomas para armar frases. Los dos se mostraron muy interesados y entusiasmados de tenernos en su casa y no sólo nos cocinaron si no que se ocuparon de recomendarnos lugares para visitar con sus respectivos mapas.




Avignon

Una mañana Jaquie nos acercó hasta el centro de Avignon para hacer una recorrida. Toda la ciudad se encuentra amurallada y tiene diferentes entradas. Como hasta el siglo XIII el sitio donde vivían los papas era Avignon, esta ciudad cuenta con lujosos edificios y jardines.

Un imponente Palacio Papal nos deslumbró al llegar a una explanada de grandes adoquines grises. Justo al lado se yergue la esplendorosa iglesia de Notre Dame con una fastuosa virgen dorada en la cúpula del edificio.





Seguimos caminando y luego de hacer una subida nos encontramos con un bello jardín, y aunque el día estaba nublado, el verde de las diferentes plantas nos llenaba los ojos. Desde un mirador se puede apreciar el río pintado de color verde con el Puente de Avignon que sólo se conservó hasta la mitad luego de reconstruirlo ciento de veces debido a las crecidas del río.



Caminamos mucho por las callejuelas empedradas de la ciudad y nos deleitamos  con las historias de los antiguos barrios.

Ya estaba oscureciendo y Jaquie nos pasó a buscar en su auto para llevarnos a su casa a cenar.

Marsseille

Otro de los días que estuvimos en casa de Elie y Jaquie compartimos auto con Amandine para ir hasta Marsseille. Ella tenía turno en el médico muy temprano por la mañana y nosotros íbamos a recorrer esta famosa ciudad.

Amandine nos dejó en el puerto de la ciudad y después de despedirnos comenzamos a caminar por el lugar. El día estaba hermoso, un poco frío pero con un sol resplandeciente. Nunca estuve en una ciudad mediterránea pero siempre me atrajeron los paisajes que pude ver en fotos o por televisión. Desde el lugar se podía ver como la ciudad iba cayendo por acantilados hasta llegar al mar azul intenso y miles de barcos, veleros y barcazas se juntaban una al lado de la otra estacionadas en el muelle. Los grandes, imponentes e importantes edificios históricos se ven como se van iluminando a medida que el día avanza en lo alto de la ciudad.



Aunque era un poco caro, lo convencí al Tata de hacer un paseo en barco por algunos puntos de la costa de Marsseille. Asi que cerca del mediodía zarpamos en el tour. Comenzamos viendo algunas islas importantes y en una de ellas se encuentra el castillo donde, en el cuento, estaba cautivo el Conde de Montecristo. El mar estaba bastante picado y como no soy buena para andar en embarcaciones me dio un poco de miedo, pero la majestuosidad de los paisajes me lo hicieron olvidar. Pasamos ante pueblitos pescadores que se desarrollan en el medio de acantilados cerca de la costa que no tienen ni luz ni gas. Las rocas que se cortan abruptamente al llegar a la inmensidad del mar son de color blanco apenas teñidas por la luz solar. Algunos árboles crecen entre las piedras y la hierba verde parece terciopelo a lo lejos. Cada vez que veo paisajes que me alucinan no puedo dejar de imaginar que pensaría algún ser de otro planeta al llegar al nuestro y encontrarse con tan impactante belleza. Tal vez pensaría que se encuentra atrapado en un film de ciencia ficción sin poder entender que es lo que sus ojos están viendo.






Luego del almuerzo caminamos por diferentes parte de la ciudad y terminamos al atardecer en la iglesia de Notre Dame de la Garde en la cima de una montaña donde se puede apreciar toda Marsseille y su inusual esplendor.





A la tarde del día siguiente Elie y Jaquie nos acompañaron hasta la estación de trenes para ir hasta nuestro próximo destino, París. Con un cariñoso abrazo nos despedimos de esos dos encantadores seres que se quedaron esperando que el tren arrancara para darnos el último saludos desde un de las puertas de la estación.

Paris

Como describir a esta destellante, impresionante, avasalladora, innovadora, sorprendente, rebelde y romántica cuidad…

Pocos días teníamos para recorrer París, apenas 3. El primer día nos levantamos temprano, como a las 7 de la mañana, y después del desayuno ya estábamos subidos al subte con dirección Louvre.

Llegamos al museo por la entrada subterránea pero decidimos no entrar ya que para recorrerlo hace falta demasiado tiempo y pensamos que el arte no es para apreciarlo a las corridas. Salimos al exterior del edificio para sorprendernos con su belleza. La mezcla de lo antiguo del palacio con lo moderno de las pirámides de vidrio contrastan a la perfección. La cantidad de detalles que las construcciones antiguas que tienen en París son encantadoras.


Ese día caminamos como locos pasando por el Jardín de Tuileries, la avenida Champs Elysees, el Arco del Triunfo y al final la Torre Eiffel. Es la primera vez que me parece extraño estar en una ciudad casi como si fuera un sueño. El impacto de ver semejante estructura como la de la Torre Eiffel es increíble. Después de verla en documentales y miles de postales e imágenes, estar ahí es de sueños.







Esa misma noche fuimos a un edificio muy alto en la ciudad a deleitarnos con la más hermosa vista panorámica. Todas las calles y edificios estaban perfectamente iluminados y la ciudad de la luz nos saludó por primera vez. Al bajar hicimos una caminata un poco larga hasta el Louvre para apreciarlo de noche y después volvimos al hotel para descansar.




Al siguiente día fuimos la barrio Montmartre, el barrio donde se filmó Amelie. La energía del lugar es muy bohemia y se pude ver el arte por todas las calles del lugar. En esa misma zona se encuentra el Moulin Rouge que sólo vimos desde afuera porque la entrada era demasiado cara para nuestro presupuesto. Ese día también vimos la Catedral de Notre Dame de París y llegando al atardecer caminamos por la orilla del río Sena pasando por un puente donde los enamorados colocan candados con sus nombres pintados. Cerca de las siete de la tarde teníamos un encuentro con nuestros compatriotas argentinos en la embajada para expresarnos en contra del actual gobierno que para muchos nos parece casi una dictadura. El encuentro fue emocionante y tuve que contener mis lágrimas al entonar el himno argentino.





Nuestro último día de recorrida en París la pasamos caminando de acá para allá. Estuvimos en el barrio latino, la iglesia de Saint Germain y los jardines de Luxemburgo.

Aunque llegó la época fría en el viaje, el paisaje otoñal con las hojas amarillentas en Francia es excepcional y definitivamente ha renovado nuestras ganas de seguir viajando y viviendo nuevas experiencias emocionantes.

En varios momentos del viaje he mirado a mi lado y al ver la cara de mi compañero de aventuras y de vida, el Tata,  me he puesto a pensar en lo mucho que hemos recorrido juntos. Y aunque por algunos momentos no ha sido fácil, las carcajadas, sonrisas, charlas y experiencias compartidas inundan de alegría mis recuerdos junto a él.

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