domingo, 30 de septiembre de 2012

Portugal, ropa colgada, balcones y azulejos...

Londres (Inglaterra)

Aunque Londres no forme parte de Portugal, si fue parte de nuestra llegada a dicho país. El avión desde Nueva York hizo parada por 10 hs en Londres antes de arribar a Lisboa. Como era bastante tiempo aprovechamos para salir del aeropuerto hacia la ciudad.

Tomamos el metro y bajamos justo en la famosa torre del Big Ben. Nuestros ojos se iluminaron al verlo. Ese imponente edificio con ese enorme reloj nos dio la bienvenida al lugar. Recorrimos enseguida las calles de la ciudad y los señoriales y típicos taxis pasaban por nuestro lado.



Fuimos bordeando el Támesis y cruzamos hacia la otra orilla por el primer puente que divisamos. Al llegar nos topamos en el inicio del puente con un despliegue de guardias, actores, cámaras y vehículos quemados. Resultó que estaban filmando una película en el lugar. Esperamos unos minutos hasta poder atravesar el puente hacia el otro extremo y aprovechamos para chusmear un poco.

Como Inglaterra es extremadamente cara y más para nuestro pequeño presupuesto tratamos de buscar el lugar más económico posible para almorzar algo y seguimos la caminata.

Visitamos varios edificios por la orilla del Támesis y además de sorprendernos por la belleza de ellos, también nos deleitamos con el variado arte callejero. Estatuas vivientes, actores, mimos, bailarines y skaters daban color a este lugar tan prolijo, rígido y pedregoso.









Cuando volvíamos en el metro para el aeropuerto nos costó bastante aguantar las ganas de caer sobre los asientos rendidos del cansancio debido no sólo al cambio horario si no a que la noche anterior dormimos casi tres horas dentro del avión.

Lisboa

Llegamos al aeropuerto de Lisboa y, después de despedirnos de una simpática brasilera que conocimos en el avión y que vivía hacía unos años en Lisboa, fuimos a retirar las mochilas. Saliendo ya casi del aeropuerto había una agencia de información turistica y nos dirigimos ahí para pedir el teléfono de un hostel que habíamos visto por internet. Al llegar una de las chicas que atendía nos dijo que era muy difícil que encontremos lugar porque ese fin de semana estaba todo lleno por un congreso de medicina en la ciudad. Igual hicimos la prueba y llamamos. Mientras yo practicaba mi portugués muy brasilero con un recepcionista del hostel, este me informaba que no tenía ninguna habitación disponible y al igual que la chica de turismo me explicó lo del congreso. Estábamos bastante preocupados porque ya era la medianoche asi que fuimos otra vez hacia el mostrador de la agencia de información para saber si nos podían ayudar a encontrar un lugar para quedarnos por dos noches y a buen precio. Finalmente una de las empleadas llamó a un residencial y había lugar!

Nos subimos al metro después de que un amable y simpático empleado nos hiciera una demostración de cómo funcionaba la tarjeta para ingresar al subterraneo. El recorrido fue corto y pronto estábamos en la calle del residencial.

Subimos a la habitación que tenía una vista bastante bonita hacia unos edificios de fachada azulejada y colorida.

A la mañana siguiente me levanté para ir al baño y me dije a mi misma: “debe ser muy temprano asi que voy a seguir durmiendo… estoy muy cansada…” A los 15 minutos sonó la puerta preguntando si nos íbamos o nos quedábamos. El Tata abrió apenas la puerta y respondió que nos quedaríamos una noche más. Como sabía que la salida del hotel era a las 12 le pregunté al Tata que hora era, y si, eran las 12 del mediodía! Aunque sabíamos que era un poco tarde decidimos seguir durmiendo porque estábamos todavía con mucho sueño. Terminamos levantándonos a las 2 de la tarde. No solo estábamos cansados por el viaje y porque el día anterior habíamos dormido poco, si no porque el cambio horario de 5 horas más se hacían notar.
Salimos a recorrer un poco la ciudad y de entrada nos fascinó por sus diferentes calles estrechas que se encuentran a diferentes alturas sobre los cerros de la ciudad, los vistosos azulejos que cubren las típicas casas, sus inmensas plazas de piedra, los techos de tejas y la refrescante brisa del rio que rodea al lugar. Al atardecer esperamos bastante para subir a un ascensor vertical en pleno centro que nos llevó a ver una de las mejores vistas en la ciudad de Lisboa.







Esa noche encontramos en un supermercado muy conocido en Portugal, un lugar para comer algo fresco, rico y bastante barato.

Al día siguiente teníamos que dejar el hotel e ir a la casa de Miguel, nuestro anfitrión en Lisboa. Dejamos las mochilas en el hotel y nos fuimos a recorrer el castillo de San Jorge. Tomamos un tren muy antiguo de color amarillo que viajaba por las pequeñas calles empedradas. Yo seguía practicando mi portugués a la vez que me empezaba a dar cuenta que la gente prefería que le hablara en castellano a tener que corregirme de vez en cuando mis errores con el idioma portugués. Entramos al castillo que tenía más de 2000 años antigüedad y por donde habían pasado diferentes culturas y reinados. Desde los árabes y romanos hasta los españoles. El predio era espectacular y no sólo por encontrarse en la zona más alta, que en su momento habrá servido como defensa, si no por toda su estructura excelentemente conservada y sus increíbles torres.



Cerca de las 8 de la noche llegamos a la casa de Miguel con nuestras mochilas a cuesta. Después de subir y bajar por varias calles llegamos a la puerta y tocamos el timbre. Subimos hacia el primer piso y nos recibió entusiasmado Tinhe, el perro de la casa. En el sillón del living estaban Paulo, un amigo de Miguel, y la novia de nuestro anfitrión. Miguel estaba haciendo unas compras y pronto llegaron más amigos a la casa. El amplio departamento estaba decorado con varios elementos antiguos e ingeniosos y parecía ser el lugar elegido por todos para juntarse a disfrutar de una cena entre amigos. Cuando llegó Miguel nos dispusimos a cenar en el patio de la casa bajo un hermoso limonero.

Por la mañana salimos a recorrer un mercado que nos había recomendado Miguel. Ya arriba del bus me arrimé al conductor para preguntarle si me podía avisar cuando llegáramos al mercado y me respondió encogiendo los hombros. Entonces le pregunté si no sabía donde era y él me dijo que si pero que no sabía si se iba a acordar. Le dije que me quedaría ahí para que él no se olvidara y una chica que estaba a mi lado y que venía hablando con el conductor me empujó con sus dedos en mi hombro. Mi furia comenzaba a adueñarse de mi pero pensé en todas las veces que el Tata me dice que es mejor arreglar las cosas de otra manera. Me giré hacia ella y le dije de manera calmada que la próxima vez pidiera permiso y que no me empujara aunque lo que realmente tenía ganas de decirle no era eso…

Cuando llegamos al mercado nos dimos cuenta de donde sacaba toda la decoración de su casa Miguel. El lugar estaba lleno de puestos que vendían diferentes cosas en la calle y sobretodo se veían muchas y muy buenas antigüedades.



A la siesta partimos hacia Belem en tren y después de ver un antiquísimo y bello monasterio, de pasear por sus calles y parques una bella torre de vigilancia que quedó un poco hundida en las orillas del mar.



Esa noche cenamos nuevamente con Miguel y sus amigos y durante estas cenas nos enteramos que estaban muy preocupados por la crisis que está viviendo Europa y sobretodo Portugal. Ellos habían optado por no quedarse callados y quietos ante la situación y algunas noches se turnaban para salir a pintar grafitis en las calles.

Una de las cosas que más disfrutamos en Lisboa fue de la excelente compañía que tuvimos en la casa de Miguel. Pudimos conocer mediante él y sus amigos la realidad del lugar y además pudimos compartir experiencias sobre diversos temas.




Sintra

Sintra fue nuestro último paseo antes de salir de Lisboa. Tal vez no sea capaz de expresar por escrito la belleza que vieron nuestros ojos en Sintra. El pueblo está situado en las sierras y las antiguas casas están rodeadas de vegetación y humedad por donde se mire. Los árboles, flores y diferentes plantas hacen junto a las pequeñas callejuelas que bajan y suben por doquier un paseo completamente agradable. Esta ciudad está llena de palacios y castillos. Nosotros fuimos a visitar una casa de vacaciones de una condesa. Los jardines del lugar parecían interminables y estaban repletos de caminos subterráneos y cuevas que comunicaban diferentes lugares. También habían fuentes y estatuas que decoraban el lugar. La casa era mas que una casa una mansión de 3 pisos de unos cientos de años atrás. Por la tarde visitamos una muralla construida por los Moros donde pudimos apreciar el atardecer desde la cima de una de los cerros y regresamos a lo de Miguel.




Notamos en Miguel una persona muy cálida y generosa que nos hizo vivir Lisboa de una manera diferente. Uno de los mejores recuerdos que guardo fue una noche cuando Miguel nos llevó a pasear por una zona de bares y los lugares para tomar o comer algo parecían no tener fin. Todos los sitios eran pequeños pero muy cálidos y daban a las chiquitas calles de piedra rodeadas de balcones con la infaltable ropa tendida secándose al aire libre.




Porto

La arquitectura de Porto no cambia demasiado y también hay edificios de mucha antigüedad y calles que conducen hacia arriba y abajo por doquier. Hay varios puentes que pasan por encima de un río y una de las tarde aprovechamos para ver el atardecer sobre uno de ellos. Fue asombrosamente rico ver la vista sobre ese amplio rio con barcas amarradas en sus orillas, los tejados de las casas, las sábanas colgadas, las enredaderas cubriendo paredes y el sol destellando en naranja fuerte a punto de desaparecer.




Esa noche caminamos por las calles de la ciudad y por un momento me fui en mis pensamientos y cuando regresé me costó saber donde estaba y al momento reconocí el lugar pero me quedó una sensación rara, algo así como no ser de ningún lado y sentir que no tengo nada material que me ate a ninguna parte. Es un sentimiento liberador pero a la vez extraño. Creo que aún seguimos en una etapa de transición en el viaje, pasando de algo que parecían unas largas vacaciones a darnos cuenta que en realidad esta aventura nada tiene que ver con vacaciones si no con una forma temporaria de vivir la vida. Esa forma nueva de situarnos en la vida incluye sentir las emociones, y lo diré de esta manera porque me parece más apropiado, de una manera concentrada e impactante donde cada cosa que se vive y piensa ahora tiene otro formato y dimensión.

El último día en Porto nos separamos  por unas horas ya que en un parque de la ciudad había una jornada sobre meditación y reiki y como al Tata mucho no le interesa fui sola. Comencé con una meditación donde escuchamos la música de los cuencos y pude relajarme bastante antes de llegar a que me hicieran reiki. En el momento en que las tres personas comenzaron a imponer sus manos en mi me comenzó a temblar un poco la pera  y me salieron un par de lágrimas pero enseguida conseguí relajarme y disfrutar la experiencia.

Salí para encontrarme con el Tata y cuando lo vi lo abrasé fuerte. Creo que separarnos un ratito nos hizo bien para poder disfrutar de estar con uno mismo. Escuchamos en el lugar un recital de música bossanova y regresamos al hotel. Cerca de las 11 de la noche nos comunicamos, como casi todos los domingos, por internet con nuestras familias para ponerlos un poco al tanto de donde estamos y que estamos haciendo.

Por la mañana siguiente tomamos el tren que nos llevaría hacia nuestro primer destino de España, Vigo.

Mas fotos en: www.facebook.com/tonatatatour
Leer el post completo >>

viernes, 21 de septiembre de 2012

Estados Unidos, tal cual imaginabas?...

Miami

Llegamos cerca de la medianoche a Miami luego de viajar en 2 aviones. Para tomarnos estos vuelos nos vestimos lo mejor que pudimos de acuerdo a nuestra indumentaria mochilera porque teníamos un poco de miedo de tener problemas en migraciones de EEUU  por varias experiencias escuchadas.  Como era el último vuelo del día no había demasiada gente en el aeropuerto y enseguida formamos las filas para que nos sellaran el pasaporte. Unos minutos más tarde estábamos con el agente de migraciones quien demoró como mucho un minuto en sellarnos el pasaporte.  Finalmente, y a pesar de nuestras preocupaciones, entramos a EEUU.

Fuimos directo a alquilar un auto que según nos habían dicho era mucho más barato y rápido que tomar el transporte público. Preguntamos en varias agencias y realmente no nos pareció para nada accesible asi que salimos a tomarnos un taxi para llegar al hotel. Como sabíamos que llegábamos bastante tarde preferimos quedarnos esa noche en un hotel y al día siguiente quedarnos en la casa de la familia argentina que nos había invitado. Preguntamos al taxista cuanto nos salía hasta el hotel y nos contestó con una cifra sorprendente! Nos miramos con el Tata y le dijimos a este señor que estábamos bastante cerca del hotel y  que nos parecía un poco caro. El taxista nos dijo que estábamos confundidos y que estábamos muy lejos del hotel a donde queríamos llegar. Resultó que habíamos llegado a un aeropuerto que estaba en la otra punta del que pensábamos que llegaríamos. Decidimos tomarnos el taxi y al día siguiente ver si conseguíamos un lugar mas barato para alquilar un auto.

El hotel estaba muy bien y fue unos de los más cómodos en donde nos hemos alojado hasta el momento.

Nos despertamos a la mañana siguiente, fuimos a hacer el check out y a preguntar por alguna agencia que alquilara autos. Para sorpresa nuestra casi todas las personas del lugar hablaban español y un señor del hotel se ofreció a llevarnos hasta el otro aeropuerto que si quedaba muy cerca del hotel para que alquiláramos ahí un auto ya que parecía que allí nos podía salir más barato. Mientras nos ubicábamos dentro del aeropuerto una pareja de colombianos se nos acercó para preguntarnos por nuestro viaje porque habían visto las banderitas que llevamos pegadas en la mochila.

Cuando llegamos al mostrador de la agencia de alquiler de autos preguntamos por el más barato y la vendedora nos indicó que lo más barato para alquilar en ese momento era nada más y nada menos que un Mustang último modelo! Subimos a nuestro autito y nuestras caras denotaban una mezcla incredulidad y felicidad.



Ese día recorrimos en el auto un poco de la ciudad e hicimos una pequeña caminata  por Lincoln Road entre su exquisita arquitectura y edificios art decó. Todo el lugar está lleno de arte y es el sitio donde un artista brasilero (Britto) tiene su galería de arte y todos sus diseños andan dando vuelta por Miami. Lo bueno de su arte es que cualquiera puede entenderla y además es muy vistosa y alegre.






Como a las 18.30 llegamos a la casa de Mike, Alejandra y su hijo Francisco, la familia argentina que nos alojaría esa noche. Ellos vieron nuestro perfil en una red de viajeros (Couchsurfing) y nos invitaron a quedarnos. Pero sólo podíamos compartir esa noche porque previamente nos habían invitado una pareja joven de Miami a su casa.  Las pizzas ya estaban listas cuando entramos a la cálida casa y conversamos hasta bastante tarde sobre varios temas. Su pequeño perrito era adorable y me encantó tenerlo largo rato en mi falda.

Por la mañana desayunamos juntos y Mike se ofreció a hacernos de guía en su camioneta y nosotros lo seguiríamos en el auto hasta un outlet para comprar unas camperas de abrigo que nos hacen falta para cuando lleguemos a China. Nos hubiera gusta quedarnos más tiempo con ellos pero igual disfrutamos muchísimo de poder compartir al estilo argentino las horas que permanecimos a su casa.



El oulet no tenía lo que buscábamos y nos fuimos en el auto a seguir recorriendo un poco más de Miami. Como a las 18.00 hs debíamos devolver el auto y nos encontraríamos con Benjamin y Heather, la pareja de Miami, en el mismo aeropuerto. Como esa noche iríamos a Little Habana a una reunión de Couchsurfing me fui al baño del aeropuerto a cambiarme de ropa. Fue un poco difícil sacar y ponerme la ropa en esa cubículo tan pequeño mientras trataba de encontrar la ropa adentro de la mochila. Felizmente lista fui en busca del Tata que ya estaba en compañía de Benjamin. Unos minutos mas tarde apareció Heather en el auto y los cuatro salimos para Little Habana.

Little Habana esta lleno de latinos y realmente no parece EEUU, se escucha salsa por todos lados y te sirven mojitos en cualquier puestito de calle. Nuestros increíbles anfitriones hablaban en ingles asi que nos dispusimos a practicar nuestro inglés por algunos días. Benjamin es súper simpático y le encanta organizar eventos para que sus invitados disfruten y Heather vive en un estado de felicidad continuo! Entre los dos forman una pareja maravillosa.






Durante los 5 días que nos quedamos en su casa no sólo pude mejorar mi inglés sino que compartimos nuestros días con varios amigos de ellos. Un día hicieron una fiesta en su departamento y cada pareja debía llevar una comida y luego se elegirían las mejores con el primer y segundo premio. Comenzamos la fiesta en la pileta del predio donde está el departamento y después disfrutamos de los diferentes sabores que cada pareja había preparado. Nosotros hicimos unas empanadas que eran parte de la receta de mi mamá y parte de la receta de la abuela del Tata. Como no podía ser de otra manera  ganamos el primer puesto!! Cuando nos enteramos saltamos de la alegría! También fuimos a la playa al día siguiente y el Tata pudo hacer un asado bien argentino que todos disfrutamos chupándonos los dedos. Por suerte tuvimos la oportunidad de cocinar comidas argentinas porque Miami está lleno de tiendas latinas. Heather y Bemjamin no sólo nos alojaron en su casa si no que nos mostraron como vivían y nos hicieron entrar en su vida lo cual denota su gran generosidad.








Benjamin le decía “jamón” al Tata porque cuando yo lo llamaba por “amor” a Benjamin le sonaba como “jamón”, asi que andaba todo el día diciendo “che jamón”. Nos costó bastante despedirnos de ellos y de Miami porque sinceramente nos sorprendió la amabilidad de toda la gente en las calles, los negocios o los subtes. Ahora nos tocaba rencontrarnos en Washington con nuestra querida amiga Christy que habíamos conocido unos meses atrás en la Amazonía de Ecuador.

Washington

Benjamin nos llevo hasta la estación de trenes para tomarnos uno hasta el aeropuerto. La despedida fue bastante emocionante para nosotros. Demoramos un rato largo en llegar hasta la parada del aeropuerto y aproveché ese momento en el tren para pensar un poco. Aprovecho los viajes en distintos medios de locomoción para pensar, analizar y poner en claro algunas cosas que están dando vuelta en mi cabeza. Ese día se me dio por pensar en  mis afectos y me di cuenta que las personas que quiero me atan a esos lugares donde he vivido y de alguna manera ocupan  muchas horas en mis pensamientos. Creo que siempre he sido una persona algo controladora y, porque no, un poquito sobreprotectora con todos mis afectos y eso hace que necesite estar pendiente de todo y todos y la distancia hace esto un poco difícil. Supongo que todos tenemos nuestras debilidades e inseguridades y creo que siento miedo de que la gente se de cuenta de que ya no me necesita y supongo que una de las cosas que debo aprender en el viaje es a sentirme más segura de mi misma porque es claro que el problema está en mi y no en el resto de la gente. Por otro lado, no es bueno que nadie dependa de nadie si no que nos ayudemos entre todos a aprender a ser mejores personas.

El vuelo estuvo muy bien y después de dos subtes llegamos a la ciudad de Washigton. Enseguida nos sorprendimos por la hermosura del lugar. Las calles, casas y edificios son muy ordenadas, limpias y tranquilas y en la zona donde vive nuestra amiga Christy las casas son muy al estilo inglés, de frente angosto, de ladrillo y con una escalera que lleva hacia la puerta de entrada.

Esperamos unas 3 horas hasta que se hicieran las seis de la tarde para encontrarnos en la puerta del edificio donde vivía Christy. La encontramos sentada en la puerta principal de complejo y los tres nos abrazamos fuerte al vernos. Subimos al departamento, que ella llamaba “caja” porque era bastante chiquito, y nos alegramos de ver que era muy lindo y luminoso. Nos contó que unos días antes de que llegáramos un vecino que se mudaba le regaló el sommier donde dormiríamos nosotros y la mesa de luz. Ahora está viviendo en Washigton porque está haciendo un posgrado que terminará el año entrante en Costa Rica. Desde ese día y por los 4 siguientes nos llamamos “compañeros de caja”.



La ciudad está llena de monumentos y edificios imperdibles de la historia estadounidense. El segundo día fuimos a la Casa del Templo de los Masones (pudimos ver que es bastante común y abierto el tema de la masonería en EEUU, de hecho muchos de sus presidentes y personajes históricos han sido masones como por ejemplo George Washigton), la Casa Blanca, el Obelisco, el Monumento de los Caídos en la Segunda Guerra mundial, el Monumento a Lincoln, el Homenaje a los Caídos en la Guerra de Vietnam y el Homenaje a Tomas Jefferson.







Al otro día fuimos al museo del Holocausto, que por cierto me dió mucha impresión y por lo tanto no lo pude ver por completo, y como me sentía un poco mal por tanto calor y todo lo que habíamos caminado, fuimos al Capitolio pero lo vimos ese día sólo por fuera.

Cerca del mediodía del día siguiente llegamos la Catedral Nacional de Washington que es muy impresionante pero sinceramente lo por lo que nosotros íbamos era por una gárgola con la cara de Darth Vader. Aunque parezca raro allí estaba, un poco alto, pero estaba. Al parecer esta gárgola y otras bastante singulares como una niña con colitas de caballo y un mapache estan por un concurso para niños que debían plasmar la maldad en un rosto y esos fueron los ganadores que lucen sus trabajos en esta catedral. Después entramos al Capitolio ya que no lo habíamos visto el día anterior.






Una de las noches invitamos a cenar con nosotros a una amiga, Olimpia, que habíamos conocido en Panamá y estaba en Washigton visitando a sus padres. Los 4 la pasamos muy bien esa noche caminando por diferentes zonas de la ciudad.



Washigton no sólo nos sorprendió por su hermosura si no por la calidez de su gente que no reparaba en frenarse en la calle a ayudarnos a ubicarnos. Nuestra “compañera de caja” hizo de nuestra estadía una de las mejores vividas.

New York

Ese día nos despedimos de Christy y nos tomamos un bus hacia New York que demoró unas 4 horas mas o menos. La verdad que nos costó bastante conseguir a alguien que nos alojara en esta ciudad ya que hay demasiadas personas solicitando alojamiento en esta zona. Por suerte Roger, nuestro anfitrión en Panamá, nos recomendó con Alliah que vive en el Bronx. La primer noche que estuvimos en la gran ciudad nos hospedamos en un hotel porque Alliah no podía recibirnos ese día. Como al otro día íbamos a recorrer un poco de Manhattan  y no podíamos llevar las mochilas a cuestas, decidimos buscar un hotel en esa zona. Lo más barato que pudimos encontrar fue un hotel bastante mas caro de lo que podemos pagar pero bueno, era sólo una noche y además era una buena oportunidad para disfrutar un poco de la privacidad después de alojarnos en tantas casas y disfrutar de las comodidades de la habitación. Nos dimos un baño bastante largo con bañera y todo. Aunque nunca me había pasado ese día no se como me resbalé en la ducha y me golpeé un poco fuerte la espalda. Por suerte el Tata no estaba muy lejos para ayudarme y cuando me agarró en el piso los dos no pudimos parar de reírnos! Afortunadamente no paso nada. Nos dimos un masaje relajante, sobre todo en nuestros pies cansados de tanta caminata.

Como a las diez de la noche salimos a recorrer Time Square y todo estaba impactantemente iluminado, con grandes publicidades que brillaban sin cesar y hacían sentirte casi insignificante. Debo reconocer que las grandes ciudades no son mi estilo y parece que succionaran toda mi energía. Caminando por esas calles tan llenas de gente, luces, autos, taxis, negocios y edificios gigantescos me invadió una profunda sensación de soledad. Pensaba que solas se ven las personas perdidas entre tantas cosas e inmensidad. Todas las grandes ciudades en algún punto me llenan de un sentimiento hondo de impersonalidad.



Al día siguiente nuestra parada fue donde en algún momento existieron las Torres Gemelas y donde ahora se construyen nuevos edificios. Es un poco triste recordar semejante tragedia pero es inevitable hacerlo cuando uno se para en ese lugar. También pasamos por una iglesia muy antigua que estaba justo en frente con su cementerio a un lado en medio de la ciudad. Los edificios de Wall Street son arquitectónicamente bellos y variados en sus formas.
Comimos en un carrito de la calle en donde, por supuesto, se hablaba español y más tarde salimos para la casa de Alliah. Tocamos la puerta y nos atendió George que también se quedaría por unos días en la casa. En la zona donde vive Alliah viven principalmente latinos y negros y cualquiera pensaría que es peligroso por la mala fama que le ha hecho Hollywood al Bronx, pero sinceramente es un lugar muy seguro y lo bueno para nosotros es que casi todos hablan español. 





En el departamento de Alliah vivía una extraña mujer que lo único que hacía era permanecer encerrada en su cuarto transcribiendo textos cristiano del latín al inglés. Nuestra anfitriona nos contó que hacía ya 9 años que vivía con ella pero que no la veía mucho y que ni intentáramos hablar con ella porque es muy antisocial. Nuestro compañero George era un personaje total que no paraba de hablar de él mismo una y otra vez. Tenía una especie de obsesión con la ropa y con la plata. El sólo usaba una marca de ropa y te comentaba cuanto le había salido cada prenda. Una noche nos tuvo despiertos hasta la una de la mañana debatiendo que ropa usaría al día siguiente. 

Esos días en New York fueron intensos y recorrimos muchísimos lugares interesantes como el Puente de Brooklin, el Barrio Chino, Little Italy, Manhatan, Soho, el Empire State y hasta un famoso bar de una conocida serie de televisión. Alliah nos consiguió entradas par ir a una noche brasilera a bordo de un crucero. Cuando llegamos nos dio un poco de vergüenza porque nos pareció no estar vestidos acorde con respecto a las demás personas pero igual entramos. Cuando ya caía el sol casi por completo el crucero salió. Nosotros estábamos sentados en la punta delantera del barco y pudimos disfrutar de las imponentes luces de los edificios a nuestro alrededor. Las luces eran miles y la cantidad de edificios incontables. En el cielo aparecían como cientos de estrellas fugaces las luces de los aviones. Como a una media hora de emprender el recorrido llegamos a la Estatua de la Libertad y verla de noche fue increíble. Más tarde bajamos donde la gente estaba bailando y después de un show de bailarinas de samba disfrutamos un poco bailando hasta que el barco atracara en tierra. 









Otra de las noches asistimos a un show de tango. La violinista era rusa y el pianista argentino. Mientras tocaban en Argentina ocurría una manifestación en contra de nuestro gobierno sumamente autoritario y de medidas populistas para tratar de hacerse oír. Mientras escuchaba la música trataba de estar presente mentalmente en esa movilización y la emoción me invadió. Pienso que es terrible ver como algunos gobiernos tratan de pisotear a su pueblo y manejarlo a través de mentiras y dividiendo a la población entre “ricos” y “pobres”.
Leer el post completo >>