Popayán
Después de
cruzar la frontera ecuatoriana y colombiana nos dispusimos a conseguir cambio
en pesos colombianos y a comprar el pasaje que nos llevaría a nuestro primer
destino. Como amena bienvenida en la casa de cambio nos dieron casi 10000 pesos
colombianos de menos pero por suerte el colectivo era bastante confortable. El
camino estaba lleno de curvas y la vegetación y paisaje del lugar eran
admirables. Tardamos como unas 9 horas en recorrer solamente 300 Km, un viaje un
poco lento pero lo importante fue que llegamos.
Eran como
las 2 de la mañana y tocamos el timbre de la casa donde vivían los padres y un
hermano de Manuel Tapia, nuestro amigo colombiano que actualmente vive en
Argentina. Nos atendió Carlos Vicente, el hermano de Manuel, junto con Nora, la mamá,
e intercambiamos un par de palabras antes de irnos a dormir.
A la mañana
siguiente nos esperaron con un típico desayuno colombiano que consiste en
arepas, queso, huevo revuelto, frutas, café y jugo de frutas recién exprimido.
Aunque en Argentina no acostumbramos a desayunar tan abundante, apenas una café
con leche y un poco de pan tostado con mermelada, al Tata le cayó muy bien el
temita del desayuno abundante y sobre todo el huevo, cosa que yo no consigo
pasar por la mañana. Cuando terminamos el desayuno partimos con Carlos Vicente hacia el
Museo Mosquera un ilustre personaje de la vida política colombiana y pariente de
Nora quien lleva el mismo apellido. ¡Carlos Vicente resultó ser un libro abierto! Él es
capaz de recitar con fecha exacta variados acontecimientos históricos y además
es un apasionado de Argentina, asi que nos sorprendió contándonos
acontecimientos y hechos de la historia argentina que ni siquiera nosotros
sabíamos.
Por la
tarde salimos con los 3 personajes de la familia Tapia Mosquera a tomar unos
Champús; una bebida hecha con algunas frutas, maíz y agua de panela; y unas
empanaditas de Pipián muy pequeñitas pero deliciosas!
Al
siguiente día por la mañana fuimos a conocer la finca de la familia que quedaba
en la afueras de la ciudad de Popayán, aprovechando la visita de unos
interesados en la compra del lugar. El lugar el bello y está rodeado de verde
por donde quiera que uno mire. A lo lejos se puede ver un bosque de altos
árboles y hasta un arroyo de agua fresca corre por el terreno.
Nora, Carlos Vicente y Orlando nos recibieron increiblemente! |
Por la
tarde salimos los dos solos a recorrer el centro de la ciudad y apenas
descendimos del taxi un tipo pelado que iba caminando se nos acercó y con voz
casi tenebrosa nos dijo: “Salgan del
centro!” Nosotros que estábamos un poco sugestionados por algunas historias
de la guerrilla y la supuesta inseguridad en Colombia nos miramos espantados
pero seguimos con nuestro recorrido. Aunque después de unos días nos dimos
cuenta que en realidad Colombia nos están inseguro como dicen, solo hay que tener
un poco de cuidado y no “andar dando papaya”! Una expresión muy colombiana que
se refiere a no andar por la calle con tu súper cámara sacando fotos cual turista japones. El centro es, como en muchas ciudades latinoamericanas, muy colonial y está
muy bien mantenida. Todos los edificios y casas del lugar son de fachada blanca
y por la noche la ciudad luce espléndida con sus faroles encendidos.
Al tercer
día en Popayán nos esperaba nuestra partida hacia Cali. Me conmovió la
despedida de la familia Tapia Mosquera porque nos habían tratado como hijos. En
un momento Orlando, el papá, nos dijo que volvamos a visitarlos con los nietos!
Eso me lleno de ternura. Esta familia es exquisitamente culta y amorosa y
pudimos compartir e intercambiar ideas sobre nuestros países y sus formas de
gobierno.
En este
punto creo que tanto el Tata como yo podemos visualizar ciertas características
de nuestro país comparándolo con el resto de lo que conocimos de Sudamérica. Es
un poco difícil encasillar a Argentina dentro de un estereotipo. En lo que
pudimos conocer de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia vimos que su cultura
indígena es muy rica y muy marcada, cosa de la cual carecemos en Argentina. La
influencia europea en nuestro país es abundante y la mayoría de la población
tiene ascendencia española o italiana. Entonces resulta que no somos europeos,
aunque tenemos una cultura parecida, pero tampoco tenemos mucho que ver con la cultura aborigen y esto provoca unos cuantos problemas a la hora de establecer quienes somos y que
lugar ocupamos dentro de este mundo. Algo similar creo que debe suceder en
Uruguay y Chile, aunque los argentinos nos caracterizamos por nuestro ego
desmedido que busca marcar y establecer una identidad que no logramos
encontrar. Viajando y estando en contacto con la gente y los lugares uno
empieza a entender mejor muchas cosas que antes no estaban demasiado claras.
Cali
Llegamos a
la terminal terrestre de Cali y le llamamos por teléfono a Leonardo, un
couchsurfer, que nos brindaría alojamiento en la casa de su mamá, Victoria. Sin
saber habíamos pasado casi por la puerta de la casa cuando íbamos rumbo a la
terminal asi que tuvimos que tomarnos un taxi que nos iba a salir bastante caro
para llegar al domicilio. Leonardo nos anticipó por teléfono que nos costaría
unos 8000 pesos colombianos. Cuando
paramos el taxi le preguntamos al conductor cuanto nos costaría y el nos
respondió que 15000, nosotros le comentamos que ya habíamos consultado con
alguien del lugar y nos había dicho que era mucho menos, pero el insistió que
no podía ser. Lo dudamos un poco pero nos subimos igual y nos quedamos mas
tranquilos cuando el señor taxista nos mostró que el vehículo tenía taxímetro. En
realidad nos sentimos un poco culpable por haber desconfiado de él y el Tata le
pidió disculpas. Cuando llegamos al destino el nos mostró que el taxímetro
marcaba los 15000 que él nos había dicho, aunque parecía un poco raro porque se
leía 150 en lugar de 15000, pero pensé que era porque los demás ceros no
entraban en la pantalla. Unos días después nos dimos cuenta al tomarnos otro
taxi que en realidad eso que marca la pantalla es algo así como la cantidad de
cuadras o metro recorridos y que luego el conductor debe apretar un botón para
que se vea el precio que el pasajero debe pagar. Finalmente parece ser que el
primer taxista nos tomó por verdaderos tontos.
Al llegar a
la casa de Victoria dejamos nuestras mochilas en la habitación y mientras
esperábamos que Leonardo llegara aprovechamos para hablar un poco con Victoria.
Leonardo llegó con su novia e hijo y nos invitó a dar un paseo nocturno en su
auto por la ciudad. Al final del paseo nos llevó a un barcito en una de las
subidas a la montaña para tomar una cervezas mientras apreciábamos las luces de
la ciudad.
A la mañana
siguiente salimos temprano a recorrer la ciudad pero esta vez de día.
Comenzamos por la parte histórica del centro y conocimos varios edificios
coloniales y después entramos al Museo del Oro que fue muy interesante con
variadas piezas de oro y muchas artesanías indígenas. El centro de información
turística estaba cerrada porque era sábado asi que tuvimos que guiarnos sólo
con el GPS de mano que llevábamos y haciendo caso a los puntos importantes que
nos marcaba. Pasamos por el Parque del Gato donde se ven como unas 20
esculturas de gatas pintadas de diferentes colores y que cuentan varias
historias sobre cada una. Después del almuerzo caminamos bastante hasta un
parque que está en la cima de uno de los cerros y aprovechamos para descansar.
Al día
siguiente nos despertamos como siempre temprano, a las 7 de la mañana, al
parecer nuestro reloj biológico no nos permite descansar más. Estuvimos
disfrutando de unas horas sin hacer nada hasta que nos pasó a buscar Leonardo
para llevarnos a la casa de un amigo que nos mostraría un río que quedaba cerca
de su casa. Jose y su novia viven en una casa en un barrio humilde de Cali,
él es contador y trabaja en una empresa pero parece que para los profesionales
colombianos no es fácil acceder a un buen sueldo que les permita mantener el
nivel de vida que se merecen pero por lo contrario la universidad es cara y
sólo las personas con plata o pueden acceder a este tipo de educación o por lo
contrario mediante un gran esfuerzo el estudiante puede pagar estas
universidades, ya sea por ahorros de toda la vida o por trabajar mientras se
estudia. Jose es una persona muy cálida y nos recibió en su casa junto a su
novia con los brazos abiertos! Partimos con el sol en la cabeza hacia el río
junto con Jose mientras su novia se quedaba preparando el almuerzo. Bajamos por
un resbaladizo barranco hasta el río mientras el sol nos castigaba con sus
implacables rayos. Recorrimos un trecho por la orilla del río hasta llegar a
una oculta cascada que Jose conocía muy bien. El agua caía fuertemente y nos
refrescamos hasta sentir frío. Nos esperaba la peor parte… el ascenso! Llegamos
cansados a la casa y por suerte nos esperaba un exquisito pescado hecho en
horno de barro con papas y arroz. Charlando con esta "rara" pareja, como los ven
en Cali, nos enteramos que son amantes del Metal mientras que en todo Cali no
se escucha otra cosa que la Salsa. Además de ser bichos raras por su gusto
musical lo son también por no profesar la religión católica. Nos contaron que
su sueño era conocer Noruega donde se escucha mucho este tipo de música y
existen varias bandas famosas, Jose hasta estudia el noruego para cuando pueda
viajar. Por la noche fuimos los cuatro hasta el Km 18 a tomar aguas panelas y
chocolates con queso, pero el queso va adentro del agua panela y el chocolate
caliente. Al principio esta mezcla nos resultó bastante rara pero al probarla
la sentimos bastante rica. Km 18 es un lugar donde la gente de Cali va a
refrescarse del calor de la ciudad, allí la temperatura baja bastante y el
lugar está lleno de neblina por donde se mire. Fue sorprenderte pasar el día
con 2 metaleros en la ciudad de la salsa!
Por la
mañana nos subimos a las simpáticas busetas, un mini colectivito, para llegar a
la terminal que nos llevaría a Salento. Fue de lo más complicado subir con nuestras gigantescas mochilas a tan
pequeña buseta pero la gente en Cali te ayuda siempre en todo lo que puede, un
día paseando nos perdimos un poco y comenzamos a mirar los nombres de las calles
para tratar de ubicarnos y desde una ventana de un segundo piso apareció un
señor que nos grito: “A donde quieren
llegar!” Le dijimos el lugar a donde íbamos y como no sabía donde quedaba
llamó a otra persona de la calle que no sólo nos indicó donde ir si no que no
acompañó al lugar.
Salento
¿Como
describir este lugar? Si bien ya habíamos visto varios pueblos y ciudades de
construcciones históricas, el pueblito de Salento se distingue del resto por
tener construcciones de un estilo español pero que no es comúnmente visto y
cada casa está pintada de diferentes colores que contrastan magníficamente con
el fondo verde y montañoso. El hotel donde nos hospedamos era sencillo pero exquisitamente decorado y por supuesto al
estilo de estas hermosas construcciones de Salento. Caminando un poco se puede
llegar a pie o en caballo a fincas cafeteras. Nosotros decidimos ir con un guía
a pie hasta la finca. Antes de emprender la caminata el guía nos preguntó si
queríamos comprar algo en un almacén para llevarle a la gente que vive al borde
del camino y tanto nosotros como el guía llevamos algunos alimentos. Por el
camino observamos algunos pájaros de colores muy bellos y el cambio de paisaje
volviéndose cada vez más “cafetero”, entre las refrescantes montañas verdosas
bañadas de cafetales con sus frutos rojos, guadales con sus plumosas hojas y
los bananeros. La primer parada la hicimos en la casa de una familia donde los
niños nos miraban como si fuéramos raros y pronto nos dimos cuenta porque. La
nena mas chica que era una negrita hermosísima y simpática me hizo parar al
lado de su mamá para que viera lo alta que era yo a comparación de ella y el
nene que tenía ojos hipnotizadores en un negro profundo se sorprendía de lo
blanca que era. Me sentí un poco confundida de saber que ellos nos veían tan
raros pero entendí que muy pocas veces salen del lugar y pueden ver gente
diferente. Mientras charlábamos con la familia nos ofrecieron unos helados
hechos de pura fruta y que salían muy baratos. Al parecer la idea del guía es
que la gente del lugar pueda aprovechar un poco el turismo, sin abusarse claro
está, y permanecer en sus casas mientras conservan sus costumbres. Fuimos
parando en algunas otras casas para dejar los alimentos y comencé a sentirme un
poco más cómoda con esa situación ya que ninguno de los dos sabíamos como
reaccionaría las personas, si tal vez se ofenderían. Cuando llegamos a la finca
pudimos conversar con los obreros que recogen el fruto del café y, como siempre, son los que menos ganan y los que más trabajan y por supuesto los que menos
educación tienen para poder superarse. Viajando por Sudamérica nos dimos cuenta
que muchos gobiernos lisa y llanamente lo que hacen es financiar la pobreza
mediante los planes sociales que en lugar de incentivar el trabajo digno lo
único que hacen es mantener a la persona en el estado de pobreza cómoda sin
tener que trabajar para poder vivir ya que el gobierno se encarga de que esas
personas no paguen impuestos ni servicios, reciban dinero y hasta tengan si
propia vivienda. De esta manera el pobre sigue siendo pobre mientras el nivel
educativo en los niveles primarios y secundarios sigue cayendo. No es que
estemos en desacuerdo con ayudar al pobre, en lo que estamos en desacuerdo es
en incentivar la ignorancia y la pobreza del pueblo.
El proceso
del café es muy interesante y descubrimos que debajo de esos frutos rojos como
una cereza se encuentran los dos granos de café pero recubiertos de una especie
de melaza que luego se saca por medio de una máquina. Lo lamentable es que los
mejores granos se exportan a otros países aunque de a poco Colombia va tratando
de mantener estos granos en la industria interna.
Bogotá
Partimos
hacia Bogotá en colectivo durante la noche, estábamos tan cansados que dormimos
casi todo el viaje y no nos dimos cuenta de las terribles curvas y contra
curvas del camino. Cuando llegamos a la terminal nos subimos a un taxi que nos
llevaría a la casa de Alfredo, una amigo de Pedro el hermano de Manuel Tapia
Mosquera, y he aquí nuestra segunda tapia saltada! El departamento de Alfredo y
Alexandra, su esposa, era divino, muy amplio y hermosamente decorado. Teníamos
nuestro propio cuarto y la cama era más que cómoda. Tanto Pedro como Alfredo y
Alexandra fueron unos excelentes anfitriones! El primer día fuimos los dos
solos a recorrer el centro de Bogotá y la plaza principal y los edificios que
la rodean. Nos sorprendió por sus imponentes fachadas y diferentes estilos de
construcción. También fuimos al Museo de Botero y al de la Esmeralda. Por la
noche salimos a cenar los 5 a un famoso restaurante llamado Andrés Carne de
Res. El restaurante tiene 4 pisos: la planta baja es el infierno, luego la
tierra, el purgatorio y al final el cielo. Todos los que allí trabajan están
vestidos originalmente y también hay actores y magos que hacen de la velada un momento inolvidable.
Pedro se pidió un día en el trabajo y salimos a conocer la
famosísima Iglesia de Sal que se construyó, obviamente, en una mina de sal. El recorrido te
va llevando por las distintas paradas del Vía Crucis donde se pueden apreciar
diferentes cruces iluminadas en varios colores y al final se llega a la iglesia
que impresiona por su tamaño. Todo el lugar posee una luz sumamente tenue y
esto hace que la imponente y gigantesca cruz del altar se luzca para el deleite
de los visitantes. El templo tiene varias columnas de un tamaño abismal y las
mismas no se encuentran del todo terminadas para que también se aprecie la
mezcla entre piedra y sal de las paredes y techos.
Alfredo,
Alexandra y Pedro son personas inteligentes, cultas y con un humor increíble y
nos hicieron conocer a Colombia y a nosotros mismos desde otro punto de vista.
Santa Marta
Nos tomamos
un vuelo por la mañana desde Bogotá a Barranquilla. Al llegar tuvimos que
tomarnos un taxi hasta donde paran las busetas que te llevan a Santa Marta.
Cuando llegamos a una de las busetas nos tocó negociar el precio de la misma ya
que en Colombia cuando te ven cara de extranjero te quieren cobrar hasta el
triple de lo que realmente vale. El conductor de la buseta nos daba mala espina
y el viaje fue casi infartante. No sólo el chofer de la buseta manejaba pesimamente si no que todos los vehículos que circulaban por la ruta hacían
maniobras sencillamente imprudentes e inconscientes, pasaban de un carril a
otro sin preocuparse si de frente se acercaba otro vehículo, todos iban súper
pegados al automóvil de adelante sin importar que este frenara de golpe y nos
diéramos de lleno. Fui todo el viaje pensando que si no nos moríamos en un
choque me iba a morir de un infarto! Finalmente llagamos a Santa Marta y la
buseta frenó en una parada antes de llegar a la terminal. Alli el conductor nos
dijo que si nos bajábamos en ese lugar el taxi no iba a salir más barato que si
bajábamos en la terminal. Como no nos gustaba nada esta persona decidimos no
creerle y seguir hasta la terminal. Gracias a nuestra intuición zafamos de
pagar más ya que una señora que iba viajando con nosotros nos dijo más tarde
que eso que había dicho el chofer era mentira. Al llegar a la terminal nos esperaba
nuestra segunda batalla contra el “afano descomunal al turista”. Preguntamos a
varios taxistas cuanto nos cobraban por llevarnos a la casa de la persona donde
nos hospedaríamos y las opiniones eran variadas: 40.000, 20.000 o 12.000 pesos
colombianos cuando nosotros ya no habíamos informado que eran alrededor de
6.000. Después de algunos minutos un taxista nos dijo que nos llevaba por unos
7.000.
Nos recibió la dueña de casa, Nora, con sus 3 hijos y 2 amigos de la familia. Todos en ese momento estaban muy ocupados
y emocionados con el nuevo negocio que emprendería la mamá y una amiga,
Heileem, y partieron temprano para acomodar todo. Nosotros descansamos un rato
y después de bañarnos los amigos de la familia, Platacho y Luis, nos
acompañaron hasta la parada de la buseta que nos llevaría hasta El Rodadero. El
viajecito fue largo y los asientos de plástico se te pegaban en la piel por el
extremo calor. Cuando llegamos recorrimos el lugar que se trata de una
costanera que da al mar llena de restaurantes. A la vuelta tomamos otra buseta
pero esta vez íbamos casi colgando agarrados de la baranda en el primer escalón
para subir. Sentí un poco de miedo al pasar por algunos barrancos y encontrarme
tan expuesta al aire libre.
Al otro día
fuimos hasta Taganga, una playa que queda a unos 40 minutos de la ciudad. El sitio es agradable y el mar
se ubica a la orilla de unos cerros llenos de vegetación donde también se
ubican algunas casas y hoteles. El único inconveniente es que estaba lleno de
gente y con el Tata pretendíamos algo un poco más tranquilo. Nos dispusimos a
tomar una lancha que nos llevaría a un lugar más relajado. El paseo empezó
tranquilo pero apenas no adentramos un poco más en el mar las olas empezaron a
mover la embarcación para todo lados y de repente parecía que caímos al vació
saltando de una ola a otra. Definitivamente creo que no estoy hecha para este
tipo de emociones! La primer parada fue en un arrecife y pudimos usar nuestros
snorkels para ver una cantidad impresionante de increíbles peces de todos los
colores. La segunda parada fue en una playa tranquila donde nadamos y
almorzamos a la orilla del mar. La vuelta no fue tan terrible ya que no íbamos
rompiendo olas.
La mañana
siguiente el Tata amaneció con descompostura estomacal y nos tuvimos que quedar
en la casa pero Nora nos ofreció ir con ellos hasta una piscina natural cerca
de la casa a refrescarnos. Estuvimos una hora
en el lugar y nos volvimos para la casa un poco más frescos.
El último
día en Santa Marta lo aprovechamos para ir al Parque Tayrona. Nos levantamos
temprano y llegamos como a las 9.00 hs a la entrada donde una buseta nos llevó
unos 5 Km y luego caminamos 1 hora por entre medio de exuberantes plantas y
árboles hasta llegar a la primer playa, Arrecife, que es de ensueños toda
rodeada de piedras, arena clara y agua turquesa aunque en ese lugar no se puede
bañar ya que las corrientes son fuertes y mucha gente ha muerto. Unos 15 minutos
más de caminata nos llevaron a la playa La Piscina donde si pudimos meternos a
nadar después de traspirar como nunca antes. El agua es transparente y en la
playa hay palmeras y piedras que la adornan de una manera perfecta. Como a las
15.00 hs emprendimos la vuelta ya que el parque cierra a la 17.00 hs.
Esa misma
noche salimos en un bus hasta Barranquilla donde nos alojamos en un hotel
bastante feo pero que tenía aire acondicionado hasta el otro día que salíamos
en un vuelo hasta Medellín y luego rumbo a Panamá. La sorpresa nos esperaba en
el aeropuerto cuando nos presentamos en los mostradores para hacer el check–in y la empleada de la aerolínea nos informó que nuestro vuelo estaba para el
día siguiente. Nuestras caras se desfiguraron y chequeamos por internet la
fecha que nos figuraba y efectivamente nos equivocamos al momento de comprarlo.
En la oficina de venta de tickets de la aerolínea pedimos cambiar el vuelo para
ese día y nos dijeron que no había problema pero que teníamos que pagar un
recargo. Estábamos dispuestos a pagar el recargo cuando la empleada nos pide
que le mostremos el pasaje de salida de Panamá, el cual obviamente no teníamos
porque pensábamos comprar algún pasaje terrestre dentro de Panamá. Ella nos
informa que sin el pasaje de salida no nos podían dejar volar por exigencias
panameñas. Preguntamos si podíamos presentar un pasaje terrestre electrónico
que compraríamos en el momento pero tampoco se podía. La única opción era
presentar un pasaje aéreo. Ya no se nos ocurría que hacer cuando la amable
empleada nos dijo que iba a vendernos un vuelo de regreso a Bogotá desde Panamá
y que después de imprimir el comprobante de compra lo daría de baja y así no
tendríamos que gastar dinero y nos quedaría el comprobante de salida. Desde ese
momento todos los empleados nos facilitaron las cosas para que pudiéramos
viajar ya que estábamos muy cerca del horario de salida del vuelo. Subidos en
el avión no lo podíamos creer! A mi me tocó en fila 14 y al Tata en fila 17.
Como no tenía con quien hablar me puse a pensar un poco acerca del viaje y como
influye en mi. Pienso que no son los lugares los que te marcan dentro de un
viaje, son las personas. Desde tu compañero de viaje hasta las que conoces en
el camino de alguna manera te hacen conocerte más ya que en algún sentido uno
se ve reflejado en el otro y si está abierto al cambio y la reflexión se pueden
trabajar muchos aspectos personales. El viajar me ha brindado mucho mas tiempo
para pensar y de algún modo estar mas conectada con lo que me pasa internamente
y poder ubicarme en que es lo que realmente necesito. Personalmente creo que es
complicado poder entenderse y conocerse sumergidos en la rutina y el ruido
diario. En este tiempo he empezado a descubrirme más y mientras más me descubro
más lejos me parece que estoy de terminar mi viaje espiritual. Siento que soy
una persona que busca constantemente y en todos los aspectos su identidad.
Pienso que eso me convierte en una persona ambigua ya que pruebo muchas cosas
diferentes. Me gusta la aventura y la sencillez pero a la vez necesito el
confort de la vida diaria, amo ser espiritual pero no puedo despegarme de mi
vanidad, soy activa pero no quiero hacer nada, busco quien soy y hago
diferentes cosas que ni yo me imaginaba haciendo, amo ser mujer pero a la vez
tengo actitudes masculinas que logro encajar del todo en mi yo. Nada de esto me
desespera porque este viaje de autoconocimiento es largo y hay que ser
paciente. Ahora me disfruto tal y como soy, ambigua pero llena de cosas por
hacer y descubrir y eso me llena de emoción y energía. Estoy convencida que el
autoconocimiento no sólo permite establecer una mejor relación con uno mismo
sino con el resto del mundo ya sean personas, animales o plantas.
Mas fotos en: www.facebook.com/tonatatatour
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Ceci como siempre excelente tu relato.En cuanto a este último párrafo,personalmente aprendí que la vida se transita por un ancho camino,pero siempre he preferido ir por el medio,porque podes ver para todos lados.Puesto en colores,ni blanco ni negro, prefiero los grises.Llamemos a esto ambiguedad. los queremos mucho besosss
ResponderEliminarQué capacidad narrativa tienes querida Ceci, les agradecemos el contar toda esta experiencia que han tenido en Colombia y les deseamos una muy feliz continuación de su viaje. Un abrazo. El Libro Abierto, o sea Carlos Vicente.
ResponderEliminarGracias por el comentario y un beso gigante para toda la FAMILIA!!!
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