Una partida bastante movida

Es la noche de nuestra partida hacia nuestra aventura. A las 23.45 sale nuestro colectivo desde Córdoba Capital hacia San Miguel de Tucumán. Después de nuestra despedida por Rada Tilly (nuestro último y entrañable hogar), Mendoza y Córdoba, donde viven nuestras familias y amigos, emprendemos nuestro esperado viaje.

Cenamos en la casa de mis padres con mis hermanas, cuñado y suegros unas ricas pizzas que preparó mi hermana mas chica Marcia. Nos preparamos para salir rumbo a la terminal de colectivos en dos autos. En el que iba adelante estaban mis suegros y mis padres y en el de atrás mis hermanas, mi cuñado Juan y nosotros.  A mi papa se le ocurrió pasar por una construcción nueva de la ciudad para que conozcan mis suegros pero nosotros decidimos seguir de largo hasta la terminal por las dudas que llegáramos muy tarde.

La luz de la terminal estaba cortada, llegamos a la plataforma de donde salía nuestro colectivo y esperamos unos minutos a que llegaran nuestros respectivos padres. La hora de partida se acercaba y ellos no aparecían y lo peor de todo era que nuestras mochilas estaban en el auto de ellos! Martin y a mi se nos pasaba el mismo pensamiento por la cabeza: Nuestro primer colectivo y lo vamos a perder!

El bus ya estaba por salir y las mochilas no aparecían. Salimos de la terminal a buscar el auto de mis suegros por la calle y encontramos a mi mama y a mi suegra llevando mi mochila y a mi papa cargando la de Martín, todos en dirección opuesta a donde teníamos que ir! Parecíamos todos locos! Yo empecé a correr con mi mochila a cuesta, Martín y Juan le gritaban a mi papá que volviera con la mochila mientras mi hermana del medio, Franca, vigilaba que el colectivo no se fuera sin nosotros.

Llegamos con las mochilas a cuestas y las despachamos en la bodega del bus, pudimos abrazar rapidito a mi suegra, mi mamá, mi cuñado y mi hermana Franca. Mi suegro estaba todavía estacionando el auto y mi papá y mi hermana Marcia caminando hacia la plataforma. Una vez arriba del colectivo vimos que llegaban los tres que faltaban del caótico grupo. Mi suegro sin dudarlo se subió al colectivo mientras uno de los choferes lo retaban, mi hermana Marcia  y mi papá esperaban abajo sin animarse a subir. Marcia empezó a llorar y yo sentía que el alma se me partía… entonces Juan, su novio, le dio un empujoncito para que subiera a saludarme y mi papá se sumó.

El colectivo arrancó, nos tomamos de la mano con Martin, nos miramos y nos dijimos: Arrancamos amor! Yo me emocioné y Marín me consolaba.

Por nuestras cabezas empezaron a pasar preguntas como: ¿estos dos que están acá sentados en este colectivo somos nosotros? ¿Es cierto que nos animamos y que lo estamos haciendo?

También pasaron por nuestra mente las caras de nuestras familias y nos reímos de la reciente peripecia vivida. Nuestros amigos también estaban presentes, son muchos pero estaban todos ahí y en ese preciso momento. Todos, absolutamente todos son personas bellas y sentimos orgullo de saberlos nuestros amigos.

Nuestra aventura arranca con cosquillas en la panza e ilusiones en el corazón.