San Miguel de Tucumán
Comenzamos por la ciudad de San Miguel Tucumán, bajamos
del colectivo y nos tomamos un taxi hacia el departamento de Miguel, nuestro primer anfitrión de
Couchsurfing. Mientras yo descendía del taxi el Tata se acomodaba la mochila,
yo me acomodé la mía una vez en la vereda y con el dedito índice de mi mano
izquierda quise cerrar la puerta del taxi con tanta mala suerte que el taxista
empujo la puerta con un fuerte envión hacia afuera y luego hacia adentro que
golpeó mi pobre dedo terriblemente. Inmediatamente se me hinchó y en los días
posteriores se puso morado.
Miguel nos esperaba en la puerta del edificio y
cálidamente nos acompañó al departamento. El tenía que irse a trabajar así que
charlamos un ratito y nosotros también partimos a recorrer la ciudad de
Tucumán. La ciudad es bellísima y pudimos ver edificios históricos y recorrer
la conocidísima “Casita de Tucumán”. Cuando estuvimos en frente de la típica
fachada al Tata le surgieron unas llamativas ganas de dibujarla como hicimos
una y otra vez en el colegio primario.
Por la noche pudimos compartir con Miguel unas
ricas sfijas o empanadas árabes en un restaurante muy interesante lleno de
cuadros por todos lados. Este tucumano resultó ser una persona muy atenta y
preocupada por nosotros, en pocas palabras un anfitrión de lujo.
Al otro día, tal y como nos había recomendado Miguel subimos el primer sendero del sin número que tendríamos por delante. La espesura del camino sorprendió, una verdadera selva llena de arboles, helechos y espesura verde por donde se mire. La humedad era muchísima y los mosquitos aprovecharon para picarlo al Tata todo el tiempo que estuvimos dentro de la selva. El camino fue bastante duro y estuvimos durante unas horas metidos en el tupidísimo paisaje. Al salir subimos a un mirador de donde se podía observar toda la ciudad de Tucumán.
Esa noche cenamos con Miguel y Rosy (tambien de Couchsurfing) quien nos invitó a comer a su casa
unas pizzas caseras.
Tafí del Valle
Al día siguiente partimos temprano a Tafí del
Valle donde aprovechamos para comer un locro y una humita para luego salir a
recorrer el pueblo. Sinceramente Tafí es muy lindo pero pierde todo su cultura
y encanto aborigen para pasar a ser un lugar donde la gente tiene unas
hermosísimas casas de campo. Como no teníamos hostel donde alojarnos, ya que
pasábamos por el día, estuvimos con la mochila a cuesta la mayor parte del
tiempo salvo para cuando subimos nuestro
segundo sendero hacia otro mirador de la
ciudad. Al atardecer nos sentamos en la estación de colectivos a esperar el
ómnibus que salía para Amaicha. La experiencia fue hermosa porque pudimos
observar el atardecer sobre las montañas y surgió una interesante charla entre
los dos. Le comenté al Tata que varias veces se me había pasado por la cabeza
un recurrente pensamiento acerca de lo abstracta que es la vida que llevamos,
hacemos puentes, paseos, shoppings, creamos rutinas y horarios sin saber bien
para que lo hacemos y porque nos empecinamos en repetir día tras día lo mismo
como si no quisiéramos ponernos a pensar en eso. Creo que ahora dispongo de
mucho tiempo para pensar en este tema y
me da miedo no encontrar respuesta esta pregunta y que la vida que llevamos parezca que no tiene sentido. Me
imagino que estos miedos son lógicos al emprender un viaje como este…
Amaicha
Llegamos a Amaicha de noche y fuimos caminando
con nuestras mochilas a buscar un hostel. Encontramos el primero y entramos a
preguntar pero parecía que en ese momento no había nadie, sólo un perro nos
hizo fiesta al entrar. Decidimos ir para otro lado y caminando nos encontramos
con un hostel hecho de unas construcción
típica aborigen con paredes de adobe y techos de troncos y caña. Tuvimos suerte
y por el mismo precio nos quedamos en una habitación con cama matrimonial ya
que en el hostel no había mucha gente porque era temporada baja.
Al otro día fuimos hacia la cascada del lugar y
pudimos charlar con un aborigen del lugar que tenía a cargo el cuidado del
lugar. El nos conto que en la zona todavía eligen Caciques que son los
encargados de mantener y administrar las tierras. Esto permite que las tierras
sigan en poder de la comunidad aborigen protegiendo la “pacha” de la
explotación de las minas. Por supuesto que ellos también tienen un intendente
que se encarga de mantener la ciudad con rutas en condiciones, de la salud y
educación. Este aborigen también nos contó que en el lugar hicieron una
película argentina llamada Aballay, no estoy segura si se escribe así pero si
sé que así suena, donde actuaron varios personajes del pueblo y unos de los
papeles más importantes lo interpretó el dueño del hostel donde estábamos
hospedados.
Cafayate
Estuvimos dos noches en Amaicha y partimos para
Cafayate donde nos hospedamos en el mejor hostel del norte argentino. El lugar
era súper limpio y el servicio del personal impresionante. Compartíamos
habitación con una canadiense llamada Natali. Por la noche varias personas del
hostel nos juntamos a cenar en la cocina común
y compartimos una charla hermosa junto a la canadiense, una pareja
alemana, Ian y Sabine, una pareja suiza, Juliet y Christof. Fue mas que
interesante hablar con personas de diferentes lugares y culturas, creo que
todos disfrutamos mucho de ese exquisito momento.
Al día siguiente fuimos todos a visitar dos
bodegas y degustar unos muy buenos vinos. Después de almorzar hicimos la
excursión de la Quebrada de las Conchas, realmente era un grupo extraordinario
donde se sumaron varias personas mas de diferentes lugares. El lugar que recorrimos
es mágicamente hermoso e hipnotizante. Las montañas están llenas de miles de
colores como chocolates, violetas, naranjas, rojos, verdes y azules acompañadas
de miles de cardones verdes. Ahora entiendo porque le dicen Salta “la linda”.
La última parada de la excursión fue La Garganta del Diablo, ahí todos se
despidieron de nosotros con una cierta nostalgia al vernos partir. Ellos
volvían a Cafayate y nosotros nos quedamos esperando bajo un árbol que hacía de
parada de colectivo al ómnibus hacia Salta capital. Empezaba a anochecer y el
cielo estaba nublado asi que el panorama
a la orilla de la ruta era de un negro total! Escuchamos ruidos a un
lado de la ruta e iluminamos con nuestras linternitas y descubrimos que eran
unos burros que pasaban cerca de nosotros.
Después de unos minutos pasó caminando como si nada por el medio de la ruta un
chico y nos saludó. Eso nos hizo sentir un poco menos raros parados a la orilla
de la ruta y en la mitad de la noche con nuestras mochilas paradas a cada lado.
Al fin el colectivo llegó y nos llevó directo a Salta.
Salta
Nos quedamos uno dos días en Salta recorriendo
la ciudad colonial y por supuesto hicimos nuestro sendero hacia arriba camino a
la quebrada de San Lorenzo pero no pudimos terminar el ascenso porque el camino estaba cerrado en ese
momento. Por la noche tuvimos un asado
con todos los alojados del hostel y disfrutamos nuevamente de compartir con
mucha gente de otros lugares.
Tilcara
Salimos de Salta rumbo a Tilcara y nos alojamos
en un hostel donde conseguimos una increíble habitación con baño privado y cama
matrimonial. Por suerte en todos los hostels pagamos exactamente lo mismo y
estaba dentro de nuestro presupuesto. Tilcara es preciosa por donde se la mire.
Sus calles son de piedra y van subiendo y bajando adornando todo el pueblo y
las casas y negocios son muy pintorescos. Para llegar al hostel, por supuesto,
tuvimos que hacer una larga subida por una de las calles de piedra y ya no me
acuerdo cuantas subidas vamos acumulando en nuestro haber. Esa tarde conocimos
las ruinas indígenas del Pukará, un lugar recreado no muy exacto a lo que era
realmente pero interesante de conocer. Otra vez hicimos varias subidas y bajas
para poder llegar al lugar. Por la noche salimos a comer a un restaurante pequeñito del lugar donde pudimos disfrutar del canto y la actuación de
algunos lugareños.
A día siguiente nos levantamos temprano para ir
hasta la garganta del diablo y la cascada. Fue una extenuante caminata de 4
kilómetros de ida y 4 de vuelta. Digo extenuante porque si… otra vez subimos y
subimos con la diferencia de que la altura en esta zona se empezaba a notar y
respirar nos costaba. Yo particularmente me sentí algo mareada pero a pesar de
todo llegamos en tiempo y forma para disfrutar del inmenso cañón que había
abierto el agua entre montaña y montaña. Por la tarde visitamos el famosísimo
Cerro de los 7 Colores en Pumamarca que esta a unos pocos kilómetros de
Tilcara. Es una paisaje bello y los colores increíbles por más que lo habíamos
visto impreso ya en miles de cerros desde Salta a Tilcara. También nos habían
recomendado hacer la caminata de lo Colorados y obviamente allá fuimos! La ruta
era otra vez en una sutil subida pero con el viento en contra, yo empecé a
cambiar mi buen humor a uno bastante diferente, es que ya estaba sinceramente
harta de caminar pero me sentía culpable por no querer seguir disfrutando de
tanta belleza, como si fuera una falta de respeto al universo mismo. Entonces
el Tata me frena y me dice: “Si no tenés ganas de hacerlo no lo hacemos, lo
importante del viaje es que hagamos lo que cada uno tienen ganas de hacer, no
hay obligaciones ni rutinas”. Escuché sus palabras y me sentí un poco tonta al
imponerme cosas y querer transformar este viaje de lo improvisado y de dejarse
llevar en una rutina. Creo que me voy dando cuenta de algunas cosas de mi misma
y tengo la sensación que soy un poco estricta con mi persona y por consecuencia
con los demás. Lo importante es vivir cada momento en ese preciso momento y el
antes y el después sencillamente no existen.
Esa noche escuchamos desde la habitación a una
de las chicas alojadas en el hostel tocar una especie de tamboreta de manera
exquisitamente asquerosa, imprimiendo un golpeteo totalmente aleatorio al
instrumento. Tratamos con el Tata de encontrar en el sonido algún ritmo
escondido pero no lo logramos. Nos reímos un poco y nos dormimos hasta el otro
día. Temprano nos esperaba nuestro guía para ir hacia las Cuevas. Mientras
esperábamos pasó caminando por la calle la canadiense Natali, unas de las
personas con las que habíamos compartido en Cafayate, con su guía al lado. Los
3 nos alegramos mucho de vernos! Intercambiamos un par de palabras y ellos
comenzaron el camino mientras que nosotros nos encontrábamos con el guía. El
sendero resultó ser peor que el del día anterior y las subidas mucho más
pronunciadas. Mis piernas, mi corazón y mis pulmones estaban realmente
agotados! El guía era una persona muy simpática con miles de historias para
contar y casualmente estaba decidiendo irse a vivir a Comodoro Rivadavia por
trabajo pero no estaba muy seguro todavía, así que creo que le caímos como
anillo al dedo ya que le pudimos contar muchas cosas de Comodoro en nuestros
últimos 5 años de residencia en el lugar. Las Cuevas son asombrosas y están cálidamente
iluminadas por velas lo que las hace mágicas y te conecta con tu interior
mediante el silencio casi absoluto del lugar. Al comenzar el descenso nos
encontramos nuevamente con Natali y quedamos en ir a tomar una cerveza en le
centro del pueblo por la tarde.
Llegamos al hostel, dormimos una siesta y
volvimos a escuchar el tan odiado tamborete, después tomamos la media tarde y
como a las 19 nos pasó a buscar Natali. Íbamos rumbo al centro y nos topamos
con dos conocidos más, pero esta vez del hostel de Salta, Sofía de Portugal y Jan
de Suiza. Ellos estaban alojados en el mismo hostel que Natali. Entramos los
cinco a un bar y pedimos cervezas y mantuvimos una bella conversación de miles
y miles de cosas diferentes. Pasó una hora y ½
y nos despedimos de los chicos para ir a cenar al hostel que había
preparado una asado para todos. La cena estuvo muy bien aunque nosotros nos
alejamos un poco del grupo para charlar con Sebastián que de entrada nos había
caído muy bien. El andaba viajando de acá para allá y viviendo su vida de
manera no convencional. Con el comentamos acerca de esta chica que al parecer
creía, como muchas personas más, que porque viajaba podía se una especie de hippie
y como era una hippie inmediatamente estaba dotada de un don artístico que la
hacía excelente para la música. Nos reímos mucho de eso y comentamos como la
gente se pone diferentes caretas según el lugar y el momento donde les toque
estar.
Iruya
Rumbo a Iruya señores! Tomamos el primer
colectivo por la mañana y emprendimos viaje pasando por el Trópico de
Capricornio y por Humahuaca donde el ómnibus hizo una parada. Ahí subieron
Javi, Mariale y Diego. En ese momento sólo conocíamos a Javi de haberlo cruzado
en Pumamarca un día antes tratando de conseguir gente para ir al Salar Grande.
Fuimos todo el viaje hablando lo que hizo el camino más ameno para todos ya que
estábamos en algunos momentos a 4000 metros de altura y por una cornisa casi
continúa.
Cuando llegamos a Iruya vimos un pueblo que se
mezclaba entre las imponentes montañas con una simpática y pequeña iglesia como
carta de presentación del lugar. Nosotros fuimos caminando para nuestro hostel
y quedamos en encontrarnos para almorzar. Si las subidas nos habían parecido
agotadoras, esta subida al hostel de “Asunta” era prácticamente a 90 grados y
con las mochilas a cuestas! Nos encontramos con los chicos, que estaban con
otro amigo, un irlandés llamado Eoin, para almorzar. La comida fue larga y
aprovechamos para conocernos un poco más. Más tarde los 6 salimos a hacer avistaje de Cóndores y de más estar decir que la
subida fue extenuante. Para cuando llegamos a la cima ya éramos la “Comunidad
del Cóndor” y en ese momento decidimos hacer juntos el trayecto que nos quedaba
de Bolivia y Perú. Ese día cenamos juntos los 6 con Martín, un fotógrafo de
Buenos Aires, y Marie, una enfermera francesa. Al día siguiente ya éramos 8 en
el grupo e hicimos una caminata de unos 12 kilómetros en total hacia el pueblo
de San Javier. Un kilómetro antes de llegar al pueblo Mariale, Diego, el Tata y
yo pegamos la vuelta porque queríamos tomarnos el colectivo a las 14 con
destino final La Quiaca. Eoin y Javi se nos unían mas tarde en el colectivo de
las 15 y Martín y Marie seguían otro recorrido.
La Quiaca y Yavi
Cuando llegamos de vuelta a Iruya compramos
unas empanadas y agua para comer en el colectivo. Salimos a un cruce donde nos
dejó el ómnibus para tomarnos otro a La Quiaca. Este lugar es bastante feo y
decadente asi que fuimos a dormir a un pueblo muy chiquitito a 15 kilómetros
llamado Yavi. Nos alojamos en una posada muy linda, rústica y con miles de
adornos antiguos y decoración bien norteña pero lamentablemente el dueño era un
monstruo salido de un cuento de ficción. Los cabellos renegrido estaban
cubiertos de mugre y grasa, la ropa que llevaba puesta era sucia, vieja y
desdeñada, los dientes y labios estaban teñidos de negro por masticar coca y su
olor era invasivamente hediondo, una mezcla de olor corporal con coca y ajo.
Decidimos ir los 4 a comprar fiambre, queso y pan para cenar a escondidas en el
hostel ya que la comida que nos ofrecían nos daba un poco de asco por la
suciedad de la cocina y del cocinero. Entramos a un pequeño almacén atendido
por una dulce viejita y comenzamos a pedir nuestra cena y pensamos en comprar
hojas de coca. Le preguntamos cuanto salían las hojas y nos dijo que $5 y $10,
entonces le consultamos cual era la diferencia y ella nos contestó lo
siguiente: “la de $5 es mas menos y la de $10 es mas mucho!” No pude con mi
risa y me tuve que dar vuelta para que no me viera mientras los otros trataban
de contener con todas sus fuerzas las carcajadas. Mientras nos disponíamos a
comer llegaron Eoin y Javi, nos sentamos todos alrededor de una improvisada
mesita a cenar. La ducha fue traumática para todos y recuerdo que Javi nos
contó que casi no pudo cerrar el grifo por la manera en como temblaba del frío!
Nos fuimos a dormir y al otro día nos esperaba el cruce de la frontera hacia
Bolivia.
Que hermoso viaje chicos!! los felicito!! me parece que es una experiencia única e irrepetible!! y todavía queda largo camino por recorrer!! un beso grande!
ResponderEliminarLucía (BBVA Francés)
luis titay andrea
ResponderEliminares muy conmovedor el comentario de cada lugar,hace que las fotos tengan mas sentido.
ceci realmente es admirable la facilidad que tenes para describir cada lugar o momento.
Este ayuda memoria va a ser que cada momento sea inolvidable para ustedes.besoooooo.
Muy lindo el relato, ya estoy eperando los próximos para seguir viajando con ustedes.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Enrique (PAE)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarbuenisimo el relato ceci. ahora porque los mosquitos solo lo picaron a martin??? q raro tata que vos te quejes y ceci no...
ResponderEliminarbuenisimas las fotos..estaria beuno que escriban parte en ingles asi la gente q van conociendo se va sumando a su blog..a ver si viven de esto
bss se los extraña...tomasito anda bien
Me pican porque soy muy dulce, igual no me quejé es lo que me toca por ser como soy jajaja.
ResponderEliminarFijate que arriba a la derecha hay un traductor automatico, no es perfecto pero anda bastante bien. Lo agregué hace poquito justamente para la gente que vamos conociendo que no habla en español.
Me alegra que estes cuidando a Tomasito, entre locas se lleva bien jaja!!
jajajaj!!!! Mandale miles de besos a Tomasito la adoro!!!
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