Cusco, Aguas Calientes
y El Machu Picchu
Llegamos a
la aduana de Perú y nos dimos cuenta de
que nunca nos iban a sellar el pasaporte ya que salimos de Argentina con el
DNI. Esto complica un poco las cosas porque llevar un papelito chico como
constancia de entrada y salida de un país corre peligro de pérdida y además
creemos que en EE. UU y Europa no nos va a servir para el ingreso. Pensamos un
poco los dos y quedamos en que cuando estuviéramos en Lima iríamos a la embajada
a preguntar que se puede hacer.
Dejamos Bolivia y a la mañana siguiente estábamos en
Cusco. El hostal donde nos hospedábamos quedaba subiendo por una callecita de
piedra muy al estilo colonial rodeada de construcciones del mismo tipo. La
subida era impresionante y nos dio miedo de que el taxi donde íbamos no
subiera. La habitación estaba genial!
Pisos de madera, cama matrimonial, techo con vigas de madera, baño privado y
hasta un espejo de cuerpo completo! Ya hacía bastante que no me veía en uno de
esos.
Quedamos
con Mariale y Diego en encontrarnos más tarde, cerca del mediodía para recorrer
la ciudad y mientras aprovechamos para
bañarnos y dormir un rato. La ducha era la lujuria hecha ducha! La disfruté
mucho y después de eso ya estábamos listos para ver con que nos sorprendía
Cusco.
Comenzamos
a caminar por las callejuelas e inmediatamente nos quedamos admirados por la
belleza de las casas, la simplicidad de las calles y la armonía del lugar.
Entramos en una pastelería atendida por su dueña. El olor del lugar me es
indescriptible, era tan increíblemente rico! Me daba la sensación de que todos
los ingredientes usados en las tortas y pasteles que se hacían ahí eran
exquisitamente naturales. Pedimos una tarta de manzana y un lemon pie. Las dos
cosas eran el placer hechas tartas.
Seguimos
rumbo a la Plaza de Armas y pasamos por una galería de arte. Entramos y nos
atendió el dueño: Luis Aguayo, que resultó ser famoso en el lugar por hacer
tallados de detalles milimétricos en madera de los paisajes de Cusco, verdaderas obras maestras. Se mostró muy atento con nosotros y nos presentó a su
esposa que también era artista. Ella hacía unos cuadros bellísimos. Estuvimos
los cuatro charlando con ellos por un largo rato y nos sacamos fotos con la
cámara de Aguayo y con las nuestras también.
Ya estábamos cerca de la plaza y cuando por fin
pudimos verla nos quedamos maravillados como alguien que ve un tesoro por
primera vez. El lugar es mágico y te inspira completas ganas de quedarte a
vivir en el lugar. La plaza es grandísima y los edificios de alrededor
impecablemente bellos.
Después de almorzar salimos a caminar y
enseguida fuimos atrapados por un olor abundante a chocolate. Fuimos siguiendo
ese olor y llegamos a una tienda como salida de un cuento de hadas. Todo era
tonos pasteles y la gente que trabajaba estaba vestida impecablemente de
blanco, rosa y lila. El que servía el café llevaba puesta una pequeña gorra
blanca y hacia alarde de una ceremonia de desgustación y calibre de la cafetera. El
brownie de chocolate con helado que pedimos era el postre hecho paraíso.
Por la tarde fuimos a averiguar cual era la
mejor y más económica forma de llegar a Machu Picchu. Después de recorrer
varios lugares decidimos que la mejor opción era tomarnos una minivan hasta
Ollantaytambo que contratamos con una señora de un local comercial llamada
Rina. Ella también nos sacó la entrada a Machu Picchu y reservó el hotel en Aguas
Calientes, la ciudad que se encuentra al pie del Machu Picchu. Después de
Ollantaytambo tomaríamos otro bus hasta el Km 82 y de ahí caminaríamos 30km hasta Aguas Calientes. Quedamos con Rina que nos pasaba a buscar por el hotel a
las 6 de la mañana.
Los cuatro estuvimos en horario en la puerta
del hostal pero Rina no aparecía, asi que llamamos dos veces y ella nos contestaba:
“Ya estoy llegando…” Finalmente nos
subimos a nuestro esperado transporte una media hora mas tarde y llegamos al
pueblo como a las 7 de la mañana. Nos bajamos y tomamos el desayuno en el
lugar. Justo en el pueblo estaban de fiesta asi que pudimos ver a la gente
caminando por las calles vestidas con diferentes trajes típicos. Algunos
llevaban puestas unas máscaras hechas de lana con finos bigotes dibujados.
Resulta que estas máscaras eran copias de algunas que habían traído los
españoles y los aborígenes replicaron en lana. Las calles estaban llenas de
colores hermosos y l iglesia principal que daba a la plaza era una mezcla
singular de lo pagano y de lo católico. La puesta de entrada estaba cubierta de
panes y frutas como ofrendas y por dentro todo era decoración católica. Es
interesante ver por un lado como todavía llevan con dolor la marca que dejó en
sus pueblos la invasión española, por el otro lado como la religión que
trajeron los españoles sigue calando fuerte y como aún se mezcla con ritos y
tradiciones Incas.
Al costado de la plaza estaba la estación de
transporte que nos llevaría hasta el Km 82. Eran un estilo de Combi que llevaba
una cantidad de pasajeros insospechada por el ojo de la persona que lo viera
desde afuera. El pasaje fue barato y al cabo de media hora estábamos listos
para emprender la caminata. La idea era ir bordeando las vías del tren pero no
teníamos que ser vistos por los policías de la estación donde comenzaba la
caminata porque está prohibido caminar cerca de las vías. Tratamos de encontrar el camino
escondiéndonos de la policía pero no lo encontrábamos. El Tata dijo que sigamos
un camino que iba por arriba de las vías y que viéramos para donde iba. Apenas
empezamos a subir nos encontramos con gente del lugar que muy amablemente nos
dijo que estábamos en la ruta correcta y como teníamos que seguir. A lo pocos
minutos de caminata nos fuimos topando con algunas ruinas Incas que disfrutamos
de poder ver a solas.
Fueron unas 7 horas caminando por las vías y
por caminos alternativos. Las veces que íbamos por las vías nos daba un poco de
miedo no sentir cuando el tren pasara y no tener tiempo de encontrar algún
lugar seguro para esperar a seguir caminando. También tuvimos que pasar por
vario túneles y correr de un extremo al otro por si se aproximaba el tren. El
paisaje pasó de lo agreste a lo selvático. Fuimos caminando y disfrutando del
cambio extremo del paisaje, de la majestuosidad del río que nos acompañó toda
la caminata y del silencio extenso que se producía cuando todos nos empezábamos
a cansar.
Sentía que mis piernas y pies ya no los sentía
de tanto que me dolían. Todos no preguntábamos cuanto faltaría para llegar.
Diego siempre mantuvo la delantera y nos alentaba a seguir, Mariale y yo nos
reímos de cualquier cosa pero por el cansancio que teníamos y el Tata se quedó
atrás mio como una forma de empujarme a seguir. Finalmente llegamos a la ciudad
y después de bañarnos y comer Mariale nos convidó una pastillita relajante para
dormir bien y que al otro día no nos doliera nada.
Como a las 5.30 de la mañana ya está vamos
haciendo fila para subir al colectivo al Machu Picchu para ver el amanecer.
Evitamos la subida de dos horas caminando ya que estábamos muy cansados. Cuando
llegamos trepamos por unas escaleras que nos llevaba a lo mas alto del lugar
para poder apreciar el amanecer. Mariale y Diego se quedaron un poco mas abajo
y nosotros subimos hasta un lugar donde había sólo un señor tomando fotos, cosa
que fue un milagro ya que el lugar estaba repleto de turistas. Nos acomodamos y esperamos a ver como el sol
iluminaba el lugar. Despuntando desde una de las montañas a la derecha los
rayos del sol fueron iluminando poco a poco esa ciudad tan bellamente
construida. Todo quedó brillante, al menos ante mis ojos, y bajamos para esperar
al guía para recorrer completo el Machu Picchu.
Terminamos con el guía y nos pareció momento de
partir hacia abajo en colectivo puesto que teníamos que caminar 2 horas más
para llegar hasta la Hidroeléctrica donde nos tomaríamos un transporte hasta
Cusco. Después de almorzar unos sándwiches emprendimos la caminata nuevamente
por la vía del tren. La caminata fue entretenida y mucho mas corta que la del
día anterior. Diego y el Tata se adelantaron y aprovecharon para charlar un
poco y nosotras hicimos lo mismo un poco más atrás.
Al llegar a la Hidroeléctrica tuvimos suerte de
encontrar justo una minivan que iba a Cusco sin escalas. Pagamos 30 Soles y nos
subimos todos a lo que iba a convertirse en el infierno hecho viaje! El Tata se
subió adelante, Mariale y yo en los asientos de atrás y Diego a unos dos
asientos de nosotras. El principio del camino fue de tierra y de un solo carril
pero los vehículos circulaban en las dos direcciones. De un lado del camino
había un precipicio y del otro estaba la montaña. El maniático que iba al
volante parecía que corría un Rally y en las curvas tocaba bocina por si
alguien venía de la otra mano sin siquiera frenar. Con Mariale nos mirábamos
horrorizadas. La ruta cambió a pavimento de dos carriles pero el conductor
iba tan fuerte y las curvas eran tan pronunciadas que no demoré ni medio
segundo en descomponerme. El freno en las curvas parecía no existir y
adelantarse a otro auto en el medio de una era perfectamente normal. Al cabo de
8 horas la pesadilla terminó y nos alegramos de estar vivos.
Los días siguientes recorrimos lugares y
arquitecturas Incas dentro y fuera de la ciudad de Cusco. Vimos construcciones
complejas e increíbles hechas de enormes piedras de 6 toneladas traídas de
montañas lejanas y otra vez, al igual que me pasó en Egipto, no pude entender y
creer en la explicación de como lo habían logrado. Es que no creo que sea tan
sencillo de poner una piedra de 6 toneladas y hacerla rodar cuesta abajo con
unos cilindros para después subirla por una empinada subida y ni hablar de
colocarlas una arriba de la otra. No es que crea que los extaterrestes lo
hicieron, como muchos creen, pero si que hay una forma que nosotros no la
podemos entender porque hemos ido perdiendo algunas capacidades.
Al final de las excursiones visitamos una
iglesia del 1500 que se había construido sobre bases Incas. La Iglesia es una
de las más bellas que haya visto y la mayoría de las pinturas estaban hechas
por los mismo Incas a quienes se les enseñaba a pintar. El techo estaba lleno
de vigas de madera pintadas con flores en distintos colores. Pasamos a una
habitación donde aún se realizan bautizos y el guía nos contó que en ese mismo
lugar la gente deja ofrendas a la Pachamama y generalmente son 3 hojitas de
coca en el piso del lugar. En ese mismo momento no pude evitar emocionarme
pensando en todo el sometimiento sufrido y pese a todo la gente tiene el
sensible y dulce gesto de dejar a la Pachamama su ofrenda en el piso de una
imponente iglesia. Saliendo de la iglesia pasamos a ver como la gente del
pueblo realiza los tejidos artesanales. Por lo que nos contaron un grupo de 12
familias se dedican a fabricar estos tejidos y realizan visitas turísticas para
que los extranjeros conozcan la técnica. Una chica de cabellos largos, hermosos
y negros, vestida con ropas típicas aborigen nos comienza a explicar: Primero
lava la lana sucia con raspadura de una raíz que es un detergente natural y la
lana queda más que blanca, después empieza a mostrar los pigmentos que usa y
son todos naturales (hierbas, verduras, etc). En un momento nos muestra con que
elemento dan las tonalidades rojas y saca un parásito de un cactus y dice que
lo va a sacrificar y con un dedo lo aplasta y mágicamente se trasforma en una
explosión de una pasta roja intensa en la palma de su mano. Todos nos quedamos
sorprendido, yo en muchos momentos me di cuenta de que estaba mirando con la
boca abierta y tuve que cerrarla, como si estuviera hipnotizada por lo que
hacían. En ese momento me di cuenta que hay cosas que nos sorprenden como si fuera
magia y en realidad son las cosas más básicas y naturales que existen desde
hace miles de años. Entonces también me puse a pensar si la manera en que las
grandes civilizaciones han construido sus templos y edificios no será otra cosa
natural que en nuestros tiempos parecen mágicas e imposibles de realizar.
Nuestro penúltimo día en Cusco fue algo
angustiante ya que después de almorzar tuvimos que despedirnos de Diego y
Mariale que regresaban a su querido Montevideo en Uruguay. Durante la mañana
intercambiamos algunos regalos. Ellos nos dieron una gorra de Australia con el
cangurito y todo para que no perdiéramos el rumbo y un llavero en forma de llamita forrada en lana.
Yo saqué de mi mochila uno de mis tantos amuletos que guardo conmigo y se los entregué para que ellos se encarguen de él. Son algunas cosas sin
valor material que tienen una historia particular y que van y vienen de mis
manos. A veces las creo perdidas y en algún momento vuelven escondidas en
lugares insólitos. Con el tiempo he aprendido que esos objetos no son míos y
que debo hacerlos andar. La única consigna es que el que las reciba como regalo
jamás debe saber cual es la historia del objeto ni de donde vienen. La
despedida fue en la plaza principal de Armas nos abrazamos fuerte y después nos
fuimos alejando dandonós vuelta de vez en cuando para volver a saludarnos con
las manos. Sentía que el corazón se me partía aunque creo que me voy
acostumbrando a las despedidas y transformando a las personas que conozco y
quiero como parte de mi gran mundo de perlas a las cuales atesoro en el cofre
de mi corazón.
Lima
Lima
Al otro día nos tocaba partir hacia Lima asi
que llamamos a un taxi para que nos pasara a buscar por el hostal hacia la
terminal. El problema fue que ese día Cusco celebraba unas fiestas regionales y
las calles y plazas estaban llenas de gente y para colmo Perú jugaba
eliminatorias de fútbol. El taxi demoró mas de media hora y ya se hacía tarde
asi que salimos a la calle a tomar un auto. Caminamos unas largas cuadras y al
fin alcanzamos un taxi que frenó. Llegamos justo a tiempo para subir al
colectivo. La seguridad en Perú es bastante estricta y cuando vas subiendo al
bus te filman y una ves arriba pasan asiento por asiento con una cámara para
que quede registro de todos los pasajeros. En el micro nos encontramos con
Owen, un noruego que había viajado con nosotros desde el Salar de Uyuni hasta Sucre, y nos
alegramos mucho al verlo en el mismo colectivo!
El servicio y las comodidades del bus eran
increíbles pero apenas arrancó el viaje me descompuse y nunca supe por qué.
Fueron casi 21 horas de viaje y cuando bajamos en Lima mi cabeza parecía que
iba a explotar. Por suerte ya estábamos a nivel del mar y habíamos dejado atrás
la altura y con ella la falta de aire. Enseguida nos pusimos en contacto con
Juan Pablo, un amigo de Ivo que es uno de los mejores amigos del Tata, y fuimos
derecho para su oficina en Barranco. Al llegar nos convidó con unas cervezas y
después partimos a almorzar. Barranco resultó ser una zona hermosa de Lima, construida
arriba de un acantilado con verdes y frondosas platas con una vista fabulosa al
mar. El lugar es tranquilo y las construcciones se mezclan entre los edificios
modernos y casas de principios de siglo. El almuerzo fue el placer hecho
comida! Los camarones y pulpos junto con el Tacu Tacu nos deleitaron el
paladar. Después fuimos hasta el hostel que nos había recomendado Juan Pablo y
ahí nos quedamos.
Al día siguiente por la mañana fuimos hasta la
embajada de Argentina, al consulado y a migraciones para averiguar como
podíamos hacer para que nos empezaran a sellar el pasaporte pero al parecer la
solución era pedir en la frontera Ecuatoriana el traspaso de sello. Por la
tarde fuimos para Miraflores que es muy similar a Barranco sólo que hay mucho
más movimiento y construcciones.
Ésos días en Lima fueron un tanto complicados
para nosotros porque de un momento para otro nos empezamos a llevar mal y a no
entendernos. Una mañana tuvimos que frenar el ritmo y ponernos a charlar que
nos estaba pasando porque realmente somos muy compañeros y amigos el uno del otro
y hacía unos días que eso ya no se notaba. Finalmente pudimos entendernos y
hasta ver cosas que venían pasando de hace mucho y que por no estar tanto
tiempo juntos (las 24 horas del día) no lo habíamos notado y ahora que
compartíamos mucho más molestaban.
La última tarde Lima salimos con Juan Pablo a
tomar algo y nos llevó a una vinoteca que había abierto hace poco un peruano
que anduvo viajando y viviendo mucho por Argentina junto con su esposa
venezolana. Los dos fueron muy amables con nosotros y nos hicieron probar
distintos panes y quesos. La cuestión es que nos tomamos unas 7 botellas de vino entre los
3 y yo ya no daba más de la borrachera que tenía! Nos acostamos temprano pero
al otro día fue difícil levantarse para tomar el colectivo de 26 horas hasta Ecuador...
Mas fotos en: www.facebook.com/tonatatatour
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Ceci una vez mas te digo te pasas relatando,muy hermoso todo.Preciosas las fotos.besos
ResponderEliminarSaludos amigos!, linda historia!
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