Cahuita
Cruzamos la
frontera de Panamá y Costa Rica después
de estar algunos minutos bajo el sol y el calor húmedo y subimos a una mini van
junto a un costarricense y una pareja, el de Hawai y ella de Ucrania, para
llegar hasta Cahuita. El viaje fue bastante corto y divertido porque pudimos
conversar bastante con la pareja que nos acompañaba acerca de nuestro viaje y
el recorrido que teníamos pensado hacer. Las tres personas que nos acompañaban
bajaron en Puerto Viejo que esta a unos pocos Km de Cahuita y nosotros seguimos
viaje. Al llegar nos dejaron en la puerta de un hostel que habíamos visto por
internet en Bocas del Toro. El lugar estaba bastante bien y salimos a caminar
un rato por el pueblo para buscar a donde almorzar. Llegamos a la playa del
lugar que era parte de un parque nacional, asi que tanto para entrar a la playa
como para recorrer el bosque que la rodeaba debíamos registrarnos y hacer una
contribución voluntaria que nos podía servir para el resto de los días que
permaneciéramos en el lugar. Hicimos la contribución y nos sentamos a almorzar
en un restaurante al mejor estilo rasta con música de Bob Marley de fondo.
Por la
mañana siguiente decidimos ir a conocer el bosque del parque nacional ya que el
día estaba completamente nublado y a la playa no podíamos ir. Comenzamos la
caminata y la lluvia empezó a caer pero no se sentía tanto por las copas de los
frondosos árboles del lugar. Los monos y los perezosos parecía que se habían escondido
por el mal tiempo y nosotros decidimos enfocarnos en un mundo más pequeño, el
de los insectos, hongos, cangrejos, serpientes, mariposas y flores. Es difícil
al principio encontrar esas cosas tan pequeñas ya que requieren mirar y meterte
en algún sentido en una especie de sub mundo. Pero después de unos minutos todo
se empieza a dar y las cosas aparecen como por arte de magia. Algunas
serpientes camufladas se dejaron ver y descubrí que tengo buen ojo para ver
toda clase de cangrejos. Las mariposas trataban de huir de las gotas y se
posaban en algunas hojas y ramas para descansar
mientras las arañas tejían sin parar. Llegamos al final del recorrido, y
aunque estaba nublado y lloviznando, nos metimos al mar y disfrutamos un rato
de el agua cálida y transparente. Emprendimos la vuelta y ya casi terminando el
sendero escuché un ruido en una de las ramas del árbol que tenía justo en
frente y ahí los vi… monos aulladores! Al fin aparecieron!
La tormenta
por la tarde fue peor y decidimos quedarnos en la habitación mirando películas
en la compu y comiendo chocolates.
Como el
clima seguía malo a la mañana siguiente tomamos un bus hacia el la costa
pacífica del país y asi abandonar el mar caribe. Queríamos llegar hasta un lugar
que se llama Sámara. Primero debíamos llegar a San José, la capital del país, y
luego tomar otro colectivo a Sámara. Gracias a que llovía el viaje hasta San
José fue fresco ya que los buses no tienen aire acondicionado. Al llegar a la terminal de la
capital nos tomamos un taxi que nos llevaría a una segunda terminal de donde
salían los colectivos a Sámara. El único problema, según nos comentó el
taxista, es que era fin de semana largo y todos iban hacia la costa y por ende
no habían muchos pasajes. Muy amablemente llamó desde su celular a distintas
empresas de buses y ninguna tenía disponibilidad. Finalmente consiguió un
empresa de colectivo que si tenía lugar pero que llegaba hasta una ciudad llamada Liberia que estaba un poco más cerca de nuestro destino y además
teníamos sólo unos 20 minutos para llegar al lugar de donde salía y no
estábamos para nada cerca. Obviamente que el costo del taxi hasta el lugar era
bastante. Unos 5 minutos antes que saliera el bus llegamos a la terminal y
hacia alla partimos. Nos quedaban por recorrer unos 200 Km que transitamos en unas
3 horas y media porque el colectivo era
lento y además paraba cada 10 minutos a recoger gente. A las siete de la tarde pisamos Liberia y
decidimos quedarnos a hacer noche en el lugar.
La ciudad era bastante linda y
no tardamos mucho en encontrar un hostel bueno bonito y barato. El estilo era
antiguo y sencillo pero bien decorado. El lugar me gustaba y la gente que
atendía era muy amable, pero apenas llegué sentí algo raro en el lugar. Salimos
a cenar una pizza y volvimos temprano a dormir. La habitación no tenía ventanas
asi que cuando se cerraba la puerta quedaba en total oscuridad. Ese lugar tenía
un no se que raro y le pedí al Tata que durmiéramos con la televisión prendida,
cosa que no le gustó para nada. Cuando el Tata se durmió en la casa de al lado
se empezaron a escuchar fuertes ruidos de muebles que se corrían y se
estrellaban contra algo de chapa o metal. Eso duró exactamente hasta las 3.30
de la mañana y yo no pude pegar un ojo en hasta las 4.30. Por la mañana cuando
íbamos camino a la terminal miré la casa de al lado y estaba abandonada. Es que
a veces siento cosas que realmente no tengo ganas de sentir porque todavía me
dan miedo y no las entiendo y prefiero
no meterme en todo eso.
Ya en la
terminal de buses decidimos viajar hacia Playa El Coco porque Sámara quedaba
demasiado lejos y teníamos que tomarnos 2 colectivos más.
Playa El Coco
El viaje
fue cortito y llegamos bastante temprano al lugar asi que aprovechamos la
mañana, que es menos caliente, para buscar hostels. Al principio nos costó un
poco porque era bastante caro para lo que nosotros podíamos pagar. Mientras
recorríamos un señor nos preguntó si buscábamos alojamiento y a que precio y
nos indicó que a una cuadra doblando a la izquierda había un hostel que se ajustaba
a nuestro presupuesto. Seguimos caminando y apenas doblamos a la izquierda
pudimos ver por las copas de los árboles y en los cables de luz varias ardillas
de lo más simpáticas. A unos pocos metros más una señora paró con su auto y nos
dijo en un castellano medio cruzado que ella tenía un hostel para ofrecernos
muy cerca y que nos llevaría. Ya estábamos tan cansados de caminar con las
mochilas que le dijimos que sí. La señora era italiana y tanto el hostel como
el precio eran muy buenos. La habitación quedaba arriba y era bastante fresca
ya que todo el lugar estaba rodeado de palmeras y árboles. Tenía tanto calor
que apenas dejé la mochila salí corriendo para el mar. El Tata se quedó a
dormir un rato porque estaba cansado. Antes de llegar a la playa pasé por un
supermercado para comprar algo para tomar y comer.
El pueblo es hermoso y tiene
complejos de departamentos muy lindos y hasta algunos hermosos mini centros
comerciales en donde todos los comercios dan a un patio redondo con fuente de
agua y plantas. La playa es muy tranquila, con poca gente y el mar es ideal
para nadar. También hay varias embarcaciones cerca de la orilla y algunos
cerros verdes rodean la zona.
Al mediodía
almorzamos en el patio del centro comercial y después nos tomamos unos
traguitos antes de irnos a dormir una pequeña siesta.
Por la
noche salimos a recorrer el centro en busca de un lugar para cenar y llegamos
hasta un complejo muy moderno de varios negocios y entramos al supermercado. El
aire acondicionado era perfecto asi que nos demoramos un rato dando vueltas y
compramos un par de aguas antes de salir del lugar. Finalmente terminamos
cenando una de las más típicas comidas argentinas: “Choripan” … jajaja! Al
parecer a una costarricense que había viajado a Argentina le había encantado el
choripán y lo convirtió en franquicia en Costa Rica.
El día
siguiente fue pura playa y después de darnos una ducha salimos de la habitación
para observar desde arriba el show que nos brindaban los cangrejos que eran
cientos en el patio del hostel. Me encantaron los cangrejos no podía parar de
mirarlos! Decidimos salir a ver el atardecer en el mar y por el camino tratar
de ubicar ardillas para sacarles fotos pero ninguna apareció, a cambio de eso
vimos una iguana bastante grande que poso tranquila para nuestra cámara.
Llegamos a la playa y nos quedamos esperando el atardecer. Sin exagerar lo que vi fue el mejor atardecer que he visto
en toda mi vida! Jamás presencié un paisaje con tantos colores estridentes y un
mar convertido en plata pura. Mientras todos se
rendían ante un atardecer de un cielo prendido fuego no pude dejar de
emocionarme al pensar lo tremendamente afortunados que somos los seres humanos,
a pesar que aún no entendamos bien de que se trata todo esto. Mientras miles de
flashes de cámaras fotográficas parpadeaban en la playa me di cuenta de lo
importante que nos creemos y lo poco que parecemos sumergidos en la inmensidad.
Esa noche
la pasamos muy lindo caminando por la costanera y el centro de la ciudad.
En la
mañana nos levantamos temprano ya que ese día salíamos para Nicaragua y no
queríamos llegar muy tarde para aprovechar un poco la playa. Estábamos armando
las mochilas y el Tata me pregunta: “Donde
está el shampoo, la crema enjuague y el jabón?” A lo que yo contesto: Están afuera de la habitación. Los dejamos secandose”. Nada de eso
estaba fuera de la habitación, ni dentro, ni en ningún otro lado. Evidentemente
alguna persona de otra habitación se lo había robado. Aunque parezca extraño
hay gente que hasta te roba el shampoo! Salimos a tomar el bus un poco enojados
con la situación pero pronto nos cambió la cara cuando un lugareño nos ayudó a
acomodar nuestras mochilas en el colectivo y pensamos: “Que buena onda que es la gente de acá, no?” Este señor nos había dejado las mochilas
chicas en el porta equipaje que esta sobre los asientos del colectivo y el Tata bajó la suya
porque quería usar su iPod. A los pocos minutos el señor que nos había ayudado
se acerca a la puerta trasera del bus, donde nos sentábamos nosotros, y
mientras toca el timbre para la parada y hablaba por su celular se le caen unas
monedas al piso. Nosotros nos agachamos a levantarlas y se las devolvimos antes
de que bajara. Unas cuantas cuadras más adelante le pido al Tata que baje mi mochila
pero ya no estaba en el colectivo. Nos habían robado y lo primero que pensamos fue
que había sido esta persona que nos ayudó, asi que nos bajamos del colectivo para
volver al lugar donde había descendido esta persona. Mis lágrimas caían por mis
mejillas pensando en algunas cosas importantes que habían en esa mochila. No me
preocupaban las tarjetas porque las daba de baja, ni mis lentes de sol porque me
puedo comparar otros, ni los documentos de argentina porque no me hacen falta
para el viaje y gracias a la vida los pasaportes los llevaba el Tata. Lo que me
angustiaba era un billete de 1 Real que guarda como recuerdo de Brasil cuando
nos conocimos con el Tata, una carta de mi amiga Cata con su sello de medica que guardaba en mi billetera, la pequeña llamita que me había regalado Mariale
y Diego antes de despedirnos en Perú y por supuesto mi pequeña mochilita azul
que me había acompañado durante todo este tiempo de viaje. Apenas pude llegar
al lugar donde este personaje bajó me puse a buscar como desesperada por el
piso para ver si encontraba mi mochila tirada por el ladrón ya que no había
nada de valor para él ahí adentro mientras el Tata hacía la denuncia a la
policía. Después de una hora y media casi, ni el ladrón ni la mochila apareció.
Después de dar de baja todas mis tarjetas nos volvimos a la parada de colectivo
para llegar hasta Liberia a tomarnos el bus a la frontera de Nicaragua. Otra vez
las lágrimas mojaban mis mejillas mientras el Tata trataba de consolarme. Se me pasó por la cabeza que muchas veces la vida nos da advertencias, como la de esa mañana al enterarnos del robo de nuestro shampoo que fue una clara advertencia para que tengamos más cuidado con nuestras cosas, y muchas veces no estamos lo suficiente mente atentos como para entenderlo, verlo o escucharlo.Los
dos estábamos agotados de tanta corredera y nervios pero nos dijimos mutuamente
que esto no iba a arruinar el viaje, asi que seguimos camino a Nicaragua…
Mas fotos en: www.facebook.com/tonatatatour
Mas fotos en: www.facebook.com/tonatatatour
MARTIN Y CECI TENGAN MAS CUIDADO Y NO CONFIEN EN NADIE Y SIGAN PARA ADELANTE QUE NADA LOS DETENGANEN ESTE HERMOSO VIAJE OBSERVEN A SUS ALRREDEDORES .ANDREA
ResponderEliminarEsta fea experiencia, así contada,con el tiempo va ha ser una anecdota más,como casi perder el omnibus en Cordoba,como viajar como locos por rutas sinuosas,como un dolor de panza,y muchas cosas más que les pueda pasar.Pero que nada ni nadie les haga perder la alegria de esta hermosa aventura.Vamos para adelante que no me quiero perder los próximos capítulos.VAMOS,MUCHO HUEVO Y ADELANTE.
ResponderEliminaruhhh cordoba q bajon lo q t paso....pero q t sirva d leccion nena gent mala hay en todos lados...cuidens uds lo material va y viene...t mando muchos abrazos!!!esther
ResponderEliminarHola Esther!!!! No te pierdas de Nicaragua porque esta historia de la mochila sigue!!! Beso!
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